Man Ray: Luces y sueños

Por Alejandra De Argos @ArgosDe

“Man Ray: Formas de luz”, la nueva exposición del Palazzo Reale de Milán, revela la figura esencial del artista que redefinió la fotografía y la vanguardia del siglo XX. A través de rayogramas, solarizaciones y objetos cargados de ingenio dadá y espíritu surrealista, la muestra ilumina la potencia experimental de Man Ray y su legado vigente, en diálogo con la exposición paralela del Met en Nueva York. Su vida, marcada por la innovación, la rebeldía estética y la influencia de mujeres como Kiki de Montparnasse y Lee Miller, revela a un creador que convirtió la luz en lenguaje y la imaginación en forma.

El Palazzo Reale de Milán acaba de inaugurar la gran exposición de la temporada, “Man Ray: Formas de luz”. Esta importante retrospectiva dedicada al artista estadounidense Man Ray (1890-1976), nos ofrece una amplia visión de su biografía y trayectoria artística. Y pone de relieve la vigencia del legado de su obra con la simultaneidad de otra gran exhibición en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, “Man Ray: Cuando los objetos sueñan”. El título de esta exposición procede del poeta dadá Tristan Tzara que lo empleó para describir los rayogramas, término acuñado por Man Ray en 1921 para designar su versión emblemática de la técnica decimonónica de realizar fotografías sin cámara. Estos fotogramas generan imágenes hipnóticas, impregnadas de misterio, que ponen de relieve la energía innovadora de su creador. El mismo espíritu le llevó también a la manipulación de objetos, luz y medios experimentando con la solarización, que otorgaba a las figuras fotografiadas un halo espectral.

Autorretrato, 1931.

Rayografía (El beso), 1922.

La exposición del Met cuenta con el apoyo de la maison Schiaparelli, destacando los lazos de Man Ray con la moda y su estrecha relación artística y personal con Elsa Schiaparelli. Su colaboración en París borró fronteras entre diseño y arte visual, y hoy la firma mantiene viva esa herencia creativa.

Man Ray en su estudio en Paris, 1956. 

Man Ray nació en Filadelfia como Emmanuel Radnitzky, era hijo de inmigrantes rusos judíos y para evitar la discriminación antisemita de la época, la familia cambió el apellido por Ray. Estudió en Nueva York donde se familiarizó con los movimientos de vanguardia europeos y entabló una estrecha amistad con Marcel Duchamp, con quien abrió camino al dadaísmo en Estados Unidos. El dadaísmo surgió en 1916 en Zúrich, en un momento convulso en Europa. Pretendían, con un espíritu nihilista y una actitud negacionista, destruir todos los valores, también los artísticos. Esto dio lugar a que fueran más lejos que cualquier otro movimiento artístico, en el que el autor decidía arbitrariamente un objeto que se convertía en obra de arte, como “Fuente”, el famoso urinario de Marcel Duchamp. Cuando Man Ray llegó a París en 1921, Duchamp ya estaba allí y le introdujo en todos los ambientes. Inmediatamente fue acogido por los dadaístas dirigidos por el rumano Tristán Tzara. Posteriormente estrecharía vínculos con los miembros del círculo surrealista, como los poetas Paul Éluard o el fundador del Surrealismo André Breton en 1924, creando una alternativa a la vacía y acabada protesta del Dadaísmo parisino.

"Negra y Blanca", 1926.

“El violín de Ingres”, 1924.

Man Ray, uno de los artistas visuales más influyentes del s. XX. fue pintor, fotógrafo, creador de objetos-escultura de espíritu dadaísta, como la plancha con clavos titulada “Regalo” y cineasta experimental. Siempre estuvo en la vanguardia como pionero de nuevos lenguajes visuales, dejando para la Historia del Arte fotografías tan icónicas, elegantes e inmortales como “El violín de Ingres” o “Negra y Blanca”, de su amante y musa, la cantante y modelo francesa Kiki de Montparnasse (Alice Prin), con la que vivió en su estudio parisino en los años 20. En 1929 conoció a otra de sus grandes musas, la modelo y también fotógrafa estadounidense Lee Miller (1907-1977), que se convirtió en su compañera sentimental y fuente de inspiración hasta 1932. Posteriormente esta relación se transformó en una profunda amistad que duraría hasta la muerte de Man Ray. Con Lee hubo una estrecha colaboración creativa y dio lugar a emblemáticas creaciones fotográficas como 'Lágrimas', que muestra los ojos de Lee Miller. Cuando se separaron, fundamentalmente por desavenencias en la autoría de la reinvención de la técnica fotográfica de la solarización, Lee regresó a Nueva York y creó un estudio fotográfico. Se hizo fotógrafa de moda, contribuyó destacadamente al arte con su experimentación surrealista y se convirtió en la primera reportera de guerra para la revista Vogue, documentando sucesos como la liberación de París, de los campos de concentración nazis y de otros momentos históricos. Ser testigo presencial de los horrores de la II Guerra Mundial produjo en Lee estrés postraumático y depresión, de la que nunca se recuperaría.

Marquesa Casati. “El retrato de mi alma”, 1922.

"Lágrimas", 1932.

En 1940 Man Ray regresó a Estados Unidos para volver nuevamente a París en 1951. En 1946 Man Ray se casó con la bailarina y modelo estadounidense Juliet Browner con la que viviría hasta su muerte en 1976. En una entrevista de 1972 concedida a Keith Dewhurst, su última pregunta fue: Mirando atrás en su vida, ¿qué diría que le ha producido más satisfacción? A lo que Man Ray respondió: Creo que las mujeres.

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