"Obras" de un joven"artista" cubano.
La rotunda insignificancia del arte conceptual, con su práctica de introducir objetos banales en el museo y declararlos obras de arte, demuestra hasta qué punto fue sublime el arte hecho desde el Renacimiento hasta el siglo XIX.
Pero al igual que en todas las épocas, hay en la actualidad grandes manadas de gente dispuestas a admirar todo cuanto le presentan como admirable, sin que les importe lo estúpido y convencional de las cosas que ponen frente a sus ojos.
Así se explica lo que a primera vista parece racionalmente inexplicable: el hecho de que las irrisorias “investigaciones” y “exploraciones” del arte conceptual, colgadas de todo lo que suele ser considerado políticamente correcto, como la discriminación, los problemas de género o la contaminación ambiental, y que no pasan de ser un pobre y rudimentario eco del periodismo, sean reconocidas como el arte de nuestra época.
Así también se le da la razón a Gilles Lipovetzky, cuando define al mundo actual como “la era del vacío” o “el imperio de lo efímero”.