Hola amigos/as el
artículo de hoy va dedicado a una película que dividió considerablemente a la
crítica y el publico en el último Festival de Sitges; el remake de Maniac es
una obra personal y a ratos brillante que va más allá de la repetición de
esquemas y/o situaciones buscando su sitio dentro del género de terror; pero
nadie mejor para explicaros de qué va que el nuevo colaborador de El Terror
Tiene Forma: Cristian Planas. Sea usted Bienvenido!!
En el mundo del
cine existen proyectos que nacen ya condenados. Por un concepto erróneo, falta
de presupuesto o falta de capacidad técnica, la película ya ha fracasado mucho
antes del rodaje de la última toma. En muchas ocasiones, el error se retrotrae
a la misma idea originaria: por ejemplo, intentar hacer un remake de un film
inimitable y en unas condiciones completamente opuestas a las de la obra
original.
También existe
otro fenómeno todavía más habitual en el séptimo arte: el del bocazas. Este
espécimen, particularmente habitual en la escena crítica, cuenta con la
habilidad de poder juzgar un film sin verlo, de llevar la crítica ya escrita a
la proyección. Tan atrevido como ignorante, el bocazas perjudica seriamente las
opciones de buenas películas en base únicamente a sus prejuicios.
Sí, lo admito,
soy un bocazas. Asistí a la proyección de Maniac con ese rictus burlón del que
sabe (sí, SABE) que se encuentra ante una mala película. En cinco minutos, su
director, Franck Khalfoun, me había bajado los humos. Y luego le sobraron
ochenta y cinco para entusiasmarme.
Ya que he
admitido mi culpa, permítanme al menos que me disculpe un poco. Difícilmente se
puede negar que la idea de hacer un remake de Maniac parecía un absurdo. La
original es una película difícil, desagradable, y quizás por ello muy de su
tiempo. Rehacerla 30 años después, en unos tiempos en los que hasta Sara
Carbonero lleva tachuelas punks, suena ridículo. Si además le sumamos que el
papel de Joe Spinell es encarnado por Elijah Wood, la cosa pinta mal: pasamos
de un tipo gordo y desarreglado a un actor al que sólo el parecer demasiado
tierno le impide ser un galán.
Pero es ahí
donde radica la genialidad de este remake: en tomar algunos elementos del
original y, a la vez, hallar virtudes propias. Desde el prólogo ya nos
encontramos con un catálogo de esas virtudes. Franck Khalfoun nos introduce,
subjetivo mediante, en la mente de una maníaco que acosa a su víctima. La
tensión aumenta a medida que la cámara (y con ella, el asesino y nosotros) se acerca
a su presa. Finalmente, la violencia estalla. ¡Y qué violencia! ¿Alguien creía
que el contar con Elijah Wood iba a suavizar el gore?
Aunque la
película toma algunos elementos de la original, su principal acierto es
totalmente propio: la gran brillantez de cada uno de los asesinatos. Ya era
esta la principal virtud del primer Maniac, pero el mérito radica en que Khalfoun
consigue competir al nivel de Lustig, si no superarle. Así, el film se
convierte en un ejercicio de estilo para amantes del género, un 'tour de force'
que escala con cada muerte. En contraste con estas magníficas escenas nos
encontramos con una muy escueta y algo decepcionante trama central, en la que
se pretende hacer menos episódica la narración y dar más profundidad al personaje
principal: algo que no era necesario ya que nos es precisamente con su trama
con los que Maniac consigue seducir al espectador.
Dejo para el
final una cuestión que provocó muchas discusiones después de su estreno en
Sitges. Buena parte de la crítica, a la que no ha gustado la película, ha
centrado sus ataques en el uso que hace Khalfoun del plano subjetivo. Las
diversas rupturas del subjetivo que hay en Maniac son utilizadas por algunos
para negarle toda virtud al film: como si por ser inconsecuente formalmente con
la obra dejara de tener valor alguno. En mi opinión, esas digresiones están
justificadas narrativamente, pero ese es un debate en el que me niego a entrar:
lo principal aquí es que reducir Maniac a un posible uso inadecuado de un recurso
formal es sumamente injusto.
Sin embargo,
esta polémica ilustra algo mucho más importante: la peculiar actitud con la que
se recibe a aquellos films de terror que intentan hacer algo nuevo a nivel
estilístico. ¿Acaso exigimos semejane actitud a Jaime Rosales o Jose Luis Guerín?
¿Tiene sentido ser más estricto con una obra de género? ¿No es suficiente con
que la película sea una brillantísima versión de un clásico que pedía a gritos
ser reivindicado Volvemos, de nuevo, a las actitudes perniciosas con las que
empezaba el artículo. Unas actitudes que le impiden a uno disfrutar de obras
tan deliciosas como este Maniac. Actitudes más habituales de lo que querríamos
especialmente cuando hablamos de cine de género. Por favor, traten de evitarlas.
Háganse ese favor. Yo estuve a tiempo.
Cristian Planas
Ficha Técnica
Año: 2012 / Director: Franck
Khalfoun / Productor: Alexandre
Aja, Thomas Langmann, Grégory Levasseur, William Lustig / Guión: Alexandre
Aja, Grégory Levasseur, C.A. Rosenberg, Joe Spinell (Guión original) / Fotografía: Maxime Alexandre / Música: Rob / Maquillaje: Lorraine MArtin, Brittania Perri, Jose Zamora / FX: Eric Coon, Donnie Dean, Matt
Kutcher / Efectos Visuales:
Charise E. Angone, Laurent Brett, Florian Chauvet, Jamison Scott Goei / País: Francia, USA / Duración: 93m. / Proporción: 2.35: 1 / Color / Presupuesto: $ 6.000.000
Ficha Artística
Elijah Wood, Liane Balaban, America Olivo, Nora Arnezeder,
Genevieve Alexandra, Sammi Rotibi, Sal Landi, Jan Broberg, Megan Duffy, Akbar
Kurtha, Luis Fernández-Gil, Délé Ogundiran, Dan Hunter, Steffinnie Phrommany,
Davis Neves, Jacqueline Buda, Courtney Howard, Bryan Lugo, Lauren Emily Vaughan,
Ron Reznik, Joshua De La Garza, Steven James Williams, Aaron Colom.