Manon de Massenet: el proceso de un desnudo

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Jules Massenet (1842-1912) estrena su versión de la novela el Abate Prevost en 1884, nueve años antes que Giacomo Puccini (1858-1924). El enorme éxito de su estreno hizo que naciera la primera secuela en la ópera: Le portrait de Manon, una pequeña obra maestra, rara vez representada y que trata de los amores del sobrino de Des Grieux con la sobrina de Manon.

Massenet fue considerado el compositor más importante de la Francia decimonónica, pero posteriormente el gusto del público cambió y sus obras se consideraron anacrónicas y sentimentales. Es desde hace unos cincuenta años que la revaloración de su trabajo nos permite disfrutar de su enorme capacidad para crear personajes, atmósferas y situaciones realmente extraordinarias, en la lírica.

La Manon de la novela del abate Prevost es una criatura condenada por la belleza y la vanidad. El autor trata de mostrar los malignos peligros de ambos atributos y la condena por ello. Dada la época de la escritura de esta novela y el hecho de que el autor fuera un abate, se entiende que el objetivo es pedagógico: se trata de mostrar el horrible final que puede tener el ceder a las pasiones. Desgraciadamente y en contra de sus deseos, la verdad es que Manon se volvió un personaje tan fascinante, que en lugar de ejemplo se convirtió en ideal y muchas mujeres de la época quisieron seguir sus pasos.

La ópera de Massenet ha sido considerada como uno de los pilares de la tradición francesa.

Con referentes a la música del siglo XVIII y una compenetración extraordinaria entre el texto, la música y la acción dramática, esta ópera desde el primer momento llegó a convencer a sus espectadores.

Su trabajo escénico y musical es de tal manera definitivo que es una de las pocas versiones que, a pesar de compartir la historia con una versión de Giacomo Puccini, se sigue representando, cosa que no sucedió con ningún otro compositor que usara el mismo tema que el compositor de Lucca.

Su influencia puede seguirse hasta Debussy y Ravel, más de medio siglo después. Con un despliegue de recursos melódicos y emotivos, Massenet logra un mundo complejo y apasionado, donde tiene lugar esta historia tan especial, que al ser escrita por el Abate Prevost en el siglo XVIII, buscaba ejemplificar el destino que tenían las mujeres que se dejaban arrastrar por sus pasiones. Al parecer, lo atractivo del personaje y su apasionante historia logra el efecto contrario en las espectadoras de los últimos doscientos años.

Manon es un personaje para soprano lírico coloratura, muchas sopranos ligeros la han abordado, pero el sentido dramático y la profunda psicología retratada siempre pedirá una voz más profunda. Es un personaje complejo, interesante y seductor. Con momentos vocales muy exigentes, pero también con grandes líneas expresivas.

La evolución estética del personaje operístico de Manon en la versión de Jules Massenet, desde su concepción hasta nuestros días, ha pasado por dos procesos importantes: primero en el hecho de que en lugar de ser una historia donde la mujer debía aprender lo que no debe hacer, se convirtió en algo deseable para los hombres y, paradójicamente en un modelo a seguir por las mujeres. Segundo, el proceso de erotización del personaje que tardó, pero llegó.

En 1888 Sibyl Sanderson, se vuelve la intérprete favorita del compositor cuando canta la segunda producción de Manon en la Opèra Comique de París. Se consideraba que, a pesar de los aspectos escandalosos de la trama, se trataba de una pieza didáctica, que enseñaba a las mujeres los peligros de la avaricia, de la conducta inmoral y sobre todo del poder femenino.

No tenemos muchos datos de su interpretación, pero seguro era la más parecida a la que el compositor había concebido, porque este re-estreno estuvo supervisado por el propio compositor.

1930 Geraldine Farrar es una de las intérpretes más famosas y legendarias de este personaje. La dulzura de esta versión es innegable. Esta vez ella es una hermosa, dulce y encantadora, víctima del destino. Nunca toma una decisión y si lo hace, no es consciente de ella. La juventud y la inconsciencia, así como su incapacidad para responsabilizarse de sus acciones se vuelven las bases de la construcción de esta Manon.

En 1950 Victoria de los Ángeles era la intérprete incuestionable de este papel. La alegría es la principal característica de su trabajo. Ni por asomo podemos imaginar a una mujer en conflicto, parece que el mundo se pone en contra de ella de manera inexplicable y sorpresiva. Como vemos la estética del personaje parece la misma desde su estreno, no vemos una evolución estética, como era de esperarse en la ópera de la época

En la década de 1960 a 1970 B everly Sills sorprende con una de las mejores creaciones de esta soprano, emotiva y apasionada, es una mujer sobre todo movida por el amor, empezamos a ver otro planteamiento de su conflicto y mucha más consciencia de su decisión, pero su arrepentimiento al final es profundo y completo.

En los años 80 Edita Gruberová crea una Manon perfecta vocalmente. Las coloraturas cristalinas, el fraseo perfecto y sus pianísimos extraordinarios, hacen de su interpretación quizá la más perfecta vocalmente. Quizá no hay tanta profundidad en la creación actoral del papel, pero parece innecesaria ante el portento vocal que muestra.

En 1995 Renée Fleming le da una fuerza al papel que no se había visto antes. Sin embargo seguimos viendo la misma estética de representación, con mejoras en la representación escenográfica y el realismo de composición.

Diez años después, en 2005 Natalie Dessay en un montaje de David McVickar y acompaña por Rolando Villazón, hace un retrato inolvidable de esta joven. Nunca la complejidad psicológica de este personaje fue llevado a con tanta pasión y precisión. Una mujer que nunca encontró lo que buscaba y que entró en una espiral de autodestrucción. Hasta en sus momentos de mayor triunfo, podemos ver el sufrimiento y el descontento que la embarga. Una de las mejores versiones de esta ópera para quienes consideran el conjunto como la base de la ópera. La estética cambia por completo y, aunque se conserve la vestimenta de época, el espacio representacional es una metáfora de la sociedad francesa del siglo XVIII, completamente distinta de las ideas preconcebidas que tenemos de ella: corrupta, oscura y profundamente injusta.

Otra producción sorprendente es la de 2008. Nadie ha hecho una Manon más sensual y movida por las bajas pasiones que Anna Netrebko y es con ella con quien vemos una verdadera estética nueva. Haciendo un homenaje a Marilyn Monroe y aprovechando el extraordinario físico de la joven Netrebko nadie queda indiferente con su trabajo. La seducción de Des Grieux es absoluta, con escenas que nunca se habían hecho en un escenario operístico, pero que dejan clara las razones para que Des Grieux nunca pudiera negarse a los deseos de Manon.

Seis años después, otra interpretación inquietante: Patricia Petibon, una Manon compleja, divertida, vital y profundamente vanidosa. El cambio de imagen es total, la estética se olvida para siempre de pelucas blanca y el siglo XVIII y también del ideal femenino que retrataba, ahora la lecturam de esta obra está defendiendo a una mujer que quiere realizar sus sueños por encima de tener un amor en su vida. Esto le da una visión de una enorme modernidad.

Para terminar quisiera nombrar a dos mexicanas: Irma González lo canta en 1957 y Maria Katzarava en 2014. La manera en que se representan ambas son completamente distintas la Katzarava se atreve a incursionar en aspectos del personaje (la sensualidad, la vitalidad sexual, etc.), que la maestra González jamás abordaría. También la interpretación vocal difiere enormemente, mientras la preocupación de la época de la Mtra. González es la delicadeza de la vocalidad de escuela francesa, la Katzarava busca una vitalidad que recuerde la juventud de la protagonista y la haga verosímil.

Nunca veremos ya a Manon como un ejemplo de lo que no debemos hacer, sino de la injusticia de la moralidad hipócrita de entonces y ahora.