Mi madre ya tiene 90 años para 91, justo a finales de octubre. Sus días transcurren sentada en el sofá, viendo la tele y tejiendo. Su movilidad es escasa, prácticamente nula, necesita mucha ayuda, pero sus manos a pesar de su artrosis siguen funcionando, su cabeza también, aunque dice que se le olvidan muchas cosas, es verdad, pero también recuerda muchas otras. Ya no está para cuadrados complicados, con puntos de garbanzo, cadenetas y más cadenetas y florituras varias. Nos hemos ido a lo básico, a lo sencillo. Es la lana que en su degradación y cambio de color va formando los tonos.
Compré cuatro madejas de lana Katia Paint, de cada madeja salieron 5 cuadrados. Busqué dos madejas más para darle el tamaño que quería. Y me hubiera gustado que las vueltas de remate de la manta hubieran sido impares (cosas mías) pero la madeja dio justo para cuatro vueltas, así que decidí dejarla así.
Los cuadrados los hicimos de 12 vueltas. La medida es 134 cm de ancho por 168 cm de largo.
El tacto es muy agradable y se trabaja de maravilla, la lana no se abre, es un placer ganchillear con ésta calidad.
Quizás deberíamos haber hecho los cuadrados un poco más pequeños y haber dejado que las tonalidades de la lana no se descuadrasen, es complicado calcular.
Mi madre ha ido haciendo los cuadrados y los ha unido con aguja lanera por detrás. Yo sólo he buscado la simetría en diagonales jugando con los colores que tenían los cuadrados y he rematado el borde.
Mi madre ha ganchilleado con aguja del número cuatro y yo con la del 3,5, tenemos diferentes tensiones al trabajar.
Os lo había enseñado en una entrada anterior, pero por si queréis ver la lana es ésta,
Sólo queda esperar que refresque un poco, no mucho, lo justo para tomar un buen café o té, arroparse con la manta y disfrutar de la lectura de un buen libro.
Y como todo sigue y no se puede parar, ya la tengo inmersa en otro proyecto, esta vez muy colorido y también muy sencillo.
Así que, sólo os puedo decir que... continuará....
Adios, adios...
Besos.
Mavi.