1. AFILIARSE A UN PARTIDO POLÍTICO
Contra todo pronostico, no es recomendable aspirar a altos cargos a nivel nacional. Comience por una concejalía, a ser posible urbanismo, aunque las cosas ya no son lo que eran, todavía quedan algunas oportunidades, sobre todo si consigue situarse en algún municipio costero, preferiblemente del Mediterráneo, pero tampoco desprecie pueblos de tamaño medio geoestratégicamente situados con posibilidades de desarrollo industrial o logístico. Con el tiempo, afiance su posición, primero a nivel provincial y después autonómico. Ahí están las grandes oportunidades. Ni demasiado pequeñas para ser irrisorias, ni demasiado grandes para ser cazado, pero con constancia y ahínco podrá hacerse con una atractiva reserva.
2. CUIDE SUS CONTACTOS
No se fie de las apariencias y, sobre todo, no confié ni en su santa madre. Rehúya los contactos que otros compañeros del partido puedan proponerle, el montaje cae antes cuantos más eslabones tenga. Desarrolle su propia red escogiendo bien las compañías. Deseche macarras venidos a más, reventados de corbata prieta y oportunistas baratos. Nobleza obliga, arrime el ascua a fortunas con pedigrí, la supervivencia es un grado. Pero cuídese de advenedizos que pronto pierden el Norte y, sobre todo, si contacta con usted “el duque” procure poner tierra de por medio. Jamás meta a la familia en estos temas, sobre todo a cuñados y primos de su mujer y a ésta ni pio de por donde vienen los tiros.
3. BORRE SUS HUELLAS
Es vital que consiga ser una sombra. La tecnología es su peor enemigo. De hecho, compórtese como si nunca hubiera aprendido a escribir. El mail es una pandemia de difícil curación. Como mucho reciba pero no emita si no es estrictamente necesario. En todo caso, deje que otros canten por la red, atesore esos correos como pequeñas joyas, pero jamás conteste a ninguno de ellos. No se fie de la bondad de los falsos chat de Facebook, son rastreables y, al final, acabarán siendo su perdición. Deje esas cosas para los incautos. Usted a lo suyo que no es sino oír, ver y callar, pero sobre todo, recordar para cuando lleguen mal dadas. Nada, absolutamente nada de agenditas, menos aún si son Moleskine de gomita enlutada. No sea pazguato apuntándolo todo como si del diario de una Maripili se tratara. ¿Para que tiene usted la cabeza? Y menos aún practique esa bobada de las iniciales despistantes, hasta un tonto con una tiza acabaría pillando el truco. Por último, el smartphone es útil, pero peligroso. Por el teléfono, buenos días, buenas tardes, buenas noches y adiós y a ser posible, perdone debe haberse equivocado. Cambie su número personal con frecuencia y destruya las tarjetas.
4. GUARDE LAS APARIENCIAS
Si usted se hace rico no quiere decir que vaya a vivir como un nuevo rico. Olvídese del chalecito en la finca o cualquier otro lugar del pelo. Ojito con los dúplex de vacaciones, sobre todo los de Marbella. Durante unos años, lo mejor serán las casas rurales asturianas o gallegas, dele al verde y la meditación. Ya llegará su momento. Ojo con los bugas, no es cuestión de aficionarse al Skoda pero con un Citroën o un Renault va sobrado, como mucho, si va de caprichito, un volvito despista, pero poco más y a ser posible familiar. Cuide su apariencia externa. Nada de trajes a medida o firma, como mucho cuatrocientos euros, olvídese de Armani, Zegna, Dior Homme o Caraceni, como mucho un Boss y de rebajas. Corte francés. Corbatas lisas, tonos oscuros, camisa blanca o azul pálida, nada de cuello italiano, inglés exclusivamente. De reloj, un omega si se quiere dar un capricho, pero no pase de ahí. Podríamos seguir indefinidamente por lo que le recomiendo que analice “bigotes way of life” y haga justamente lo contrario.
5. EL CUCO EN EL NIDO
La lana al contado, nada de cheques y menos aún transferencias. Comience por sobrecitos de primera comunión, continúe por sobres tamaño folio y acabará en el maletín. Siempre que sea posible, rehusé euros, mejor divisas, convertibles por supuesto. Nada de abrir una cuenta en Suiza, eso está muy trillado y además el país no es lo que era. Como mucho transfiera al Caribe pero sin pasarse. El capital principal debe estar en el nido que nunca debe ser su residencia habitual, menos aún la segunda. Busque un lugar adecuado y plante el nido. Si vienen mal dadas, allí estará a salvo y, sobre todo, no habrá rastros. Nada de regalos, ni una bolsa de magdalenas. Nada de viajecitos pagados con la colega, ni a la Feria del Calzado de Artesanía de Tombuctú. De comilonas ni hablar, ni el menú del día en Mac Donalds. Ser corrupto es una profesión azarosa y sacrificada, pero con el tiempo podrá disfrutar de tanto trabajo y persistencia.
6. RETIRARSE A TIEMPO
Esta es la esencia del negocio y no todos saben dar con ella. No sea avaricioso, márquese un límite. Treinta o cuarenta millones puede ser una cantidad razonablemente razonable. Alcanzado el objetivo, llega la hora de la retirada. No recurra al manido por razones personales, está demasiado sobado y menos aún por exigencias familiares, suena a chiste. Una alternativa puede ser encontrarse un galeno discreto que certifique crisis periódicas de Meniére, en plata vértigos a toda pastilla. No falla.
7. A SER POSIBLE CORRUPTOR
Puede elegir entre ser corrupto o corruptor. En el primer caso, la buena noticia es que usted no piensa, le viene todo de encargo. La mala es que casi siempre acaba pagando el pato. A ser posible, corrompa, es más seguro y, sobre todo, más rentable.
8. UN ÚLTIMO CONSEJO
Aunque aparentemente esto es una bicoca, no corren buenos tiempos para la zarzuela, tanto para el genero como para la institución. Este país esta “pelao”. Ya se sabe, cuando una profesión se pone de moda, acaba por generarse la famosa burbuja y esta ha sido de esas de jabón El Lagarto. En otras palabras, si decide ser usted corruptor o corrupto, no le auguro demasiado futuro. Tenga en cuenta que queda poco por corromper y, en consecuencia, poca caja por hacer. Pero no se preocupe, es transitorio, los últimos estudios indican que en tres o cuatro años habrá brotes verdes que indiquen una progresiva recuperación. Hasta entonces, puede entrenarse como defraudador.