No es fácil escribir sobre Marcel·lí cuando has estado trabajando a su lado y te has dejado absorber por su mundo artístico-tecnológico, ese lugar donde los muñecos son de carne, el propio Marcel·lí tiene dos cabezas que interactúan entre sí, o máquinas que controlan su cuerpo.
Su carrera abarca más de 30 años durante los cuales ha desarrollado un universo visual absolutamente personal e iconoclasta, basado en una reflexión sobre sistemas de producción artística, lo que él llama Sistematurgia, con una iconografía particular y propia. Ha realizado instalaciones y performances, en museos, galerías, teatros y espacios no convencionales en más de 40 países y fue fundador del colectivo la Fura dels Baus y también participó con los Rinos.
Lo que encuentra el espectador es un espacio que está delimitado por una gran pantalla y en ese espacio sólo se encuentran cuatro máquinas que recuerdan instrumentos tradicionales como una guitarra o un tambor, y él con un aparato metálico (el Dreskeleton Exoeskeleton) que a partir de sus movimientos corporales y el uso de sus interruptores controla en tiempo real las imágenes de la pantalla, los instrumentos y la música.
Así que las escenas que encontramos van desde una psicodélica isla de los lotófagos, una Cirse en dibujos animados o a las sirenas consumando un rito orgiástico. “A pesar de esto y por su propia naturaleza, Afasia desarrolla una secuencia temporal que se percibe como espectáculo.”
“La sistematurgia reproduce y amplifica el ámbito técnico que se origina en torno a cualquier computadora: interfaz, CPU y periféricos. Las interfaces transcriben las órdenes de actuantes y espectadores al lenguaje binario de la computadora que los gestiona y se manifiesta a través de los medios de representación como imagen, sonido y robots.”
Está englobado dentro del Arsenale della Apparizioni, que engloba tres piezas; Cotrone, el film El Peix Sebastiano y la performance Pseudo.
Pseudo es una performance interactiva que cuenta con la presencia del artista y su deskeletron, un ayudante en la piel de un oso polar, tres grandes pantallas, sensores de movimiento en el suelo, un picoproyector dónde se proyectan los pensamientos de Antúnez, la guncam, recuperada de Cotrone y que se trata de un dispositivo que captura imágenes que se proyectan instantáneamente en las pantallas, suplantando la cara de los personajes por la del público, así el público entra de lleno en los relatos que forman la historia.
Y por último el esperado cap ventricol, una reproducción a tamaño natural de la cabeza del artista, que era colocado en el pecho de Antúnez que podía controlar sus movimientos y tan real que movía los ojos, las orejas y hacía burla a los espectadores sacando la lengua.
Todos estos artilugios crean y dan forma a la narración inventada por el propio Antúnez del cuarto posible acto del drama de Luigi Pirandello Los Gigantes de la montaña. Antúnez da vida a los personajes de esta obra más allá del último acto escrito por Pirandello, así podremos saber que pasa con Diamante y la compañía de Ilse y nuevos personajes como el viaje del Conde y su relación con Evany, Duccio Doccia, Quaqueo, personajes que nacen de dibujos de la mano del propio artista y que luego un equipo se encarga de dar vida.
El resultado final de la performance es importante pero también lo es todo el proceso creativo y constructivo que hay detrás, es espectacular ver como se funden hombres con máquinas, la vida real y la pantalla, y actores se convierten en extraños Méliès, Pitágoras o Brunelleschi, y sobretodo la cantidad de personas que trabajan en un proyecto de este tipo.
Desde aquí agradecer que pudiera formar parte de este proyecto.
Un saludo Marcel·lí.
Bibliografía consultada:
- Salabert, P. “El cuerpo es el sueño de la razón y la inspiración una serpiente enfurecida” Edición: Cendeac 2009.
Para ver más sobre su trabajo os recomiendo visitar su página web: http://marceliantunez.com/
Y para ver el proceso de creación de Pseudo podéis visitar su blog: http://marceliantunez.blogspot.com.es/