Esta mañana he participado por primera vez en la Marcha contra el Cáncer en Salamanca y todavía me dura la sensación de pertenecer a algo grande y bonito que solo creamos cuando nos juntamos por una buena causa.
Mas de 8.000 personas hemos decidido unirnos a esta iniciativa en una mañana que pronosticaba lluvia pero nos daba igual, porque teníamos ganas y paraguas. Y entonces, con toda nuestra ilusión conseguimos que saliera el sol para comenzar la marcha. Seis kilómetros compartidos con familias, bebés, ancianos y perros, todos con sus camisetas color esperanza. Me gusta pensar que a veces el mundo es algo así, un camino plagado de gente bonita con la que compartir preocupaciones, pasos hacia adelante, risas, una mañana de domingo y todo lo que haga falta.
Felicidades, Salamanca.