Marco Aurelio y yo

Por Jgomezp24

Cuando era un estudiante muy joven de Filología Clásica, una también joven profesora de Historia del arte antiguo me dijo: "¡te pareces mucho a Marco Aurelio!" No sé si mi cara de asombro perdura pero en mi interior sigue, sin duda sigue. En una Facultad de Filosofía y Letras (cuánto me gusta el concepto), nuestra biblioteca tenía información de todo aquello que tuviera que ver con el ser humano, antes y después del descubrimiento de la escritura. Busqué la iconografía del buen emperador y descubrí para mi pasmo que, en efecto, a los 19 años me parecía mucho a Marco Aurelio. (Nota para los que me conocen físicamente hoy: ¡no se admiten comentarios de cachondeo!). El perfil de la nariz, el tipo de bigote y, sobre todo, el corte de cabello. Sin duda, el escalpelo imperial hacía maravillas pero el mío, al natural, no desmerecía...
Desde entonces, siempre me interesé por este hombre que estuvo al frente de Roma durante casi veinte años y que, casi sin quererlo de forma explícita, instauró una forma de gobernar que tenía como norma fundamental el respeto y la atención hacia cualquier persona que tuviera algo que decirle. Sus mal traducidas Meditaciones (cuánto mejor "Reflexiones/Pensamientos para mí mismo", en griego "Tà eìs heautón": "Aquello que me concierne") son un conjunto de libros que cualquier persona que tenga la necesidad de pensar sobre qué está haciendo en este mundo y cómo lo está haciendo tendría que leer. Yo lo había hecho varias veces. Incluso había traducido para mí (en una ocasión, también publicado) alguno de sus textos. No creo, como se intenta vender hoy, que sea un manual para gobernantes. Eso está condenado al fracaso visto lo que tenemos ahora en el panorama y su nivel absurdo de formación, de sensibilidad y de incapacidad para sentarse a escuchar frente a un interlocutor.
Es un libro para ser mejores, para pensar en nosotros al ritmo con que Marco Aurelio pensaba y escribía en su tienda de campaña en el bosque de los Carnutos, mientras sus ejércitos y Cómodo batallaban contra las tribus germanas. Creo que hace falta frío para entenderle y penetrarle. Creo que es necesario que los días sean cortos y las noches largas, que el sol caliente poco y atraviese como un fino cuchillo la fría y azul atmósfera del solsticio de invierno. Así escribió el buen emperador su manera de entender la vida, así hay que leerla. Con velas cercanas, con cielo y luna presentes, con frío y naturaleza al alcance de la mano. Así pensaba y vivía un estoico que tenía en la cabeza toda la literatura griega y romana.
Para él, la relación entre la persona y la naturaleza es fundamental. Y releyendo este invierno sus Pensamientos (con la ayuda de la hermosa traducción de Joaquín Delgado, en la fantástica edición de Errata naturae, Pensamientos para mí mismo. Marco Aurelio, Madrid, 2017, ISBN 978-84-16544-53-0), me he dado cuenta de que las cosas siempre tienen un porqué. Y que mi antigua "asimilación" con el emperador, mi lectura de tantos años y mi formación en la civilización grecorromana antigua, volvían ahora con más fuerza que nunca gracias a que estoy donde estoy en mi relación con la naturaleza. Hace treinta años era incapaz de entender muchas de las cosas que Marco Aurelio proponía. Hoy, cuento con la ayuda de amigos agricultores que, con su forma de trabajar el viñedo y de hacer vino con sus frutos, me han hecho cambiar y entender la naturaleza de otra manera: Salvador Batlle; Joan Rubió; Nacho González; Mariano Taberner; Joan-Ramon Escoda; Laureano Serres; Juan Pascual; Federico Schatz; Manolo Valenzuela; Sara Pérez; Antonio Vílchez; Jordi Llorens; Iago Garrido; Rafa Bernabé; Iker García Nafria; Eloi Cedó; Gorka Mauleón; Samuel Cano; Julián Ruiz; y etc. Hoy, cuento con el apoyo de otro grupo de "amigos" que, con sus textos y experiencias a lo largo de los siglos, me han hecho entender mejor el camino que propuso el emperador: Alexander von Humboldt; Nan Shepherd; Jean Giono; Henry David Thoreau; Stefano Mancuso; James Rebanks; William Finnegan; George Eliot; Annie Dillard; María Belmonte; Sue Hubbell; Xuan Bello; Rudolf Steiner; Friedrich Nietszche; Arthur Schopenhauer; Johan Wolfgang von Goethe; y etc.
(2, 3) "Todo lo que entra en los planes de la naturaleza, y que tiende a conservarla en buen estado, es bueno para cada una de sus partes integrantes. De este modo, la buena marcha del mundo depende tanto de las múltiples variaciones de los elementos como de la transformación de los seres que lo constituyen". Hasta que no he llegado a personas que tienen como norma de su vida en el campo la conservación y la transmisión de su mejor estado, junto a su propia transformación como seres vivos en relación con él, no he entendido qué me proponía Marco Aurelio. Todavía he tardado más años para entender que (3, 12) "si te limitas a actuar conforme a la naturaleza de tu ser y a decir sencillamente la verdad...en todas tus palabras, vivirás feliz. Y nadie puede impedir que te conduzcas de este modo".  Desde tu naturaleza como ser humano tienes que mantener un diálogo de respeto y de conservación hacia la naturaleza que te rodea. Y sólo las personas que entienden que hay que actuar desde el respeto hacia el medio ambiente y desde el respeto hacia uno mismo, sólo aquellos que, sin más, se atreven a ser sinceros consigo mismos y con los demás y a serlo con la naturaleza que les rodea, son felices y hacen cosas que nos transmiten esa felicidad. Si se actúa así, además, (4, 7) "suprimes la opinión y suprimes el 'se me ha herido'. Suprime el 'se me ha herido' y suprimirás la herida". Sé tú mismo, sé sincero y natural. Y olvídate de qué dirán de ti.
Todo empieza y termina en ti: (4, 40) "represéntate  siempre el mundo como un solo ser, compuesto de una sustancia única y de un alma común. Considera cómo todo lo que en él sucede se relaciona con un solo principio, cómo se halla todo en movimiento por un mismo impulso, y cómo todo lo que acontece es el resultado de varias causas reunidas. Admira, pues, su relación y su encadenamiento". Admíralo, sí, y obra en consecuencia porque si entiendes que formas parte de la naturaleza y que ella forma parte de tu ser, no harás nada por perjudicarla. La observarás y la comprenderás, la integrarás en tu vida y formarás parte de un encadenamiento de energías que, lo sabemos, puede acabar en una botella y en una copa. Austeridad y frugalidad, sencillez y sabores esenciales, naturaleza y conservación en la copa. Porque (8, 16) "tu acción, siendo un efecto de tu voluntad y de tu discernimiento, proviene directamente de tu alma". Y de lo único de lo que conviene no esconderse es del alma. Al contrario, conviene siempre actuar de acuerdo con ella. Esto todavía me ha costado más años entenderlo y asumirlo.
Más que nunca, me siento hoy como bebo y veo, como leo y como, como paseo y comparto, como escribo y hablo. También como callo. Más que nunca, hoy, sé que no hay marcha atrás posible porque mi forma de entender y sentir las cosas es ésta: que todo lo que es, es hoy y aquí porque sucede ahora pero también porque lo que ha ido sucediendo en cada momento de mi vida, ha ayudado a hacerme como soy hoy y aquí, mientras escribo en la mañana del día de Navidad de 2017. Más que nunca, hoy sé que Marco Aurelio vino a mis 19 años para quedarse y para seguir siendo uno de mis maestros de vida.
¡Os deseo una muy feliz Navidad y que el Año Nuevo, que fuentes bien informadas dicen que llegará, esté lleno de cosas buenas y bonitas para todos!