Se tarda cinco minutos que bien merecen la pena.
El otro día quise personalizar el envoltorio de un regalo. No me apetecía poner el clásico papel. Envolví la caja en papel blanco y, con unos rotuladores de colores, felicité a su destinatario. Lo he hecho en aguna otra ocasión, y siempre ha gustado mucho.
Se tarda cinco minutos que bien merecen la pena.
Se tarda cinco minutos que bien merecen la pena.