Producción: Massimo Polvara desde París
A Marjane Satrapi (Irán, 1969) siempre le gustó pintar, aunque se hizo famosa por sus comics unidos en su novela gráfica Persépolis que luego se convirtieron en una taquillera película de culto del mismo nombre, donde la Satrapi narraba con gracia y un humor muy fino y como en una ficción, parte de la historia de su vida en el Irán dictatorial del Ayatolah y su exilio en París, su actual ciudad de adopción.
Pero lo suyo es la pintura, aún cuando nunca hasta hoy haya decidido mostrarlas públicamente. Desde el 30 de enero, sus obras más preciadas serán exhibidas en la Galería Jerome de Noirmont.Allí se podrá conocer el lado escondido de su talento artístico a través de 21 pinturas: todas retratos.
Satrapi admite su fascinación por Balthus por la exactitud de sus elaboradas escenas interiores y su deslumbramiento por Mondriani y sus construcciones geométricas. Aunque esta fascinación y deslumbramiento se acuñen en sus gustos y se vislumbren, por fortuna, sutilmente en sus obras.
Sus caras son inconfundiblemente Satrapis, incluso el contexto donde ubica a sus mujeres o familias remiten a la película que la hizo famosa. Esos rostros inolvidables parecieran tener algo de inacabado en estas pinturas que ahora se atreve a exhibir, sin embargo la contundencia que logra darle a la mirada de cada uno de sus retratados compensa lo que podría pensarse como una falta.
Sus galeristas franceses afirman: “aunque la analogía con Matisse es obvia, es conceptual, intelectual, no pictórica” y Satrapi remata: “Mis modelos, figuras humanas, nunca están fuera de un espacio interior pero son el tema principal de mi trabajo. No pinto cosas. Sólo pinto las relaciones entre las personas y las cosas”.