Me gustaría recalcar lo de nuestra cultura, ya que si bien es cierto, en nuestra cultura de siglo XXI no podemos obviar las enormes diferencias culturales que existen entre las personas que convivimos en dicha cultura o tiempo: léase era. Entre los que nos encontramos, personas que aún estuvieron en la salida de la Guerra Civil Española, y personas que aún se están educando, pensando que la vida siempre ha sido tal y como la conocen ahora mismo. Entre una y otra generación, coexistimos demasiadas generaciones con diferentes puntos de vista. Con sensibilidades muy diferentes, con realidades aparentemente muy parecidas aunque muy divergentes. Y es que, si a las mujeres de hoy, de la generación de universitarias no las gusta que les abra la puerta y les ayude un hombre con las bolsas de la compra, por poner un ejemplo, quizá deberían, al menos, plantearse conocer el pensamiento de otras generaciones. Quizá, y simplemente por respeto, algo tengan que aportar. Esto no tiene nada que ver con el machismo. Tiene que ver con la cultura y respeto a las creencias de otras generaciones. O acaso, ¿nos pensamos que nuestros pensamientos y actos serán los correctos para las futuras generaciones?...
Pondré otro ejemplo que me llama la atención y que del mismo modo coexiste. Y es que, si se pretende dejar de ser xenófobo deberíamos dejar de juzgar a aquellas personas que llegan del extranjero con otras costumbres o culturas y pretendemos que se ajusten a las del país en el que se instalan. Eso no es respeto. Como tampoco lo es, la poca empatía que se profesa por sus culturas y ciudadanía al pretender que lo realicen.
Aceptar otras realidades, formas de pensar, culturas y su coexistencia en un mismo tiempo y espacio será la vela que nos llevará a ese cambio tan esperado.
Vivir en una sociedad democrática no da pie para generar más enfrentamiento, incomprensión u opresión. Todo cambio necesita un tiempo, y cuando hablamos de generaciones de personas y de hechos históricos, tiene mucho camino por delante. Pero no podemos dejar a quienes no nos comprendan, como ya he dicho, hay otras realidades, formas de pensar y no están mal, simplemente, hemos de aceptar que podemos mejorarlas sin dañar las integridades de aquellos que sencillamente tienen otras realidades. Quizá, la verdadera libertad es exactamente eso, vivir y dejar vivir.
Otra de las cuestiones que no debemos obviar es el enorme esfuerzo que han realizado miles de mujeres hasta la fecha en pro de sus derechos en nuestro país, y fuera de España también, y lo poco que hemos realizado los hombres para la eliminación del machismo heredado y acumulado. A esto habría que añadir a las mujeres, pues ellas también han recibido la herencia. No nos podemos escapar nadie. Es un hecho histórico que ha venido precedido por una cultura tradicionalmente asociada a la subordinación de la mujer en la mayor parte de todas las sociedades tradicionales. Y por tanto, se quiera o no, es una herencia que lo seguimos transmitiendo. Cada día lo estamos viviendo sin pretenderlo y muy posiblemente sin percatarnos. Yo no lo quiero, pero soy consciente, a veces, que puedo transmitir mensajes que no desearía.
En mi caso, procuro poner bastante atención a quienes nos inundan con ideas e información. Pues no facilitan formas de pensar y discernimiento que debería ser personal e intransferible. Si las viejas formas de pensar, o la cultura ancestral no nos gustan, ¿por qué hemos de aceptar otras formas que interpela alguien que nos escribe a través de un blog, un site o un diario? ¿por qué hemos de aceptar como políticamente correcto aquello que otros/as han evidenciado, estudiado o vivido?. Aceptar como bueno, correcto, positivo, negativo, malo o perjudicial, aquello que lo ha sido para otros/as es aceptar los pensamientos, formas de vivir, aceptar el sentido de la vida, o sentido de pertenencia a otras pseudoculturas. En otras palabras, aceptar como bueno o malo aquello que lo ha sido para otros es aceptar los pensamientos y formas de vivir de otros no las nuestras. Es no llegar a comprenderse a uno mismo.
Estas nuevas pseudoculturas, o pseudopensamientos, no te ayudarán a evolucionar como ser humano, ni eliminan ni ayudan, ni soportarán tu dolor (si los tuvieras). De hecho, si quiera lo pretende, puesto que lo que sí pretende es evidenciar esas nuevas pseudoculturas para que generen nuevas pseudoeconomías. Necesidades que generen seguidores a esos pensamientos adormecidos y generar nuevas pseudoculturas; donde entrarían nuevas formas de pensamiento, nuevas formas de vivir, de vestir, de comer, de leer; ropa, sites, libros, consumibles todo eso no deja de ser economía y no soluciona ni erradica. Pues de hecho, es su comercio. Tus pensamientos y tus sentimientos más profundos son su comercio. Lo que si hará, es que te distancies de tu sentido de vida cada vez más, si estabas, como no podía ser de otra manera en los días que vivimos, decodificado/da, desconcertado/da por la cantidad de información y desinformación, de los vaivenes de la vida, y de los golpes que sin duda los hay, te vayas alejando más y más de aquello por lo que has venido a la vida. Y es que el marketing se ha convertido en una herramienta de destrucción masiva, en lugar de facilitar aquello que muchos sitios, empresas, ONGs, personas, vengan a ayudar a las personas y solucionar y encontrar sentido a la vida, lo que hacen es buscar donde tú encuentres otras formas de consumo.
Alex Martín
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