Como prometimos, vamos a poner a continuación una muestra de relatos que nos enviaron. No son el segundo, el tercero, el cuarto... No se trata de eso. Ekain y yo ni nos planteamos tal cosa. Solo elegimos al ganador, que os pusimos en la anterior entrada. Lo que sigue son solo algunos de los que nos gustaron. No es una muestra exhaustiva ni mucho menos, y es tan injusta como suelen ser estas cosas.
Las ponemos a continuación sin orden de calidad, sino, lo digo una vez más, como una mera muestra:
Luis Ruiz Padrón nos mandó un arquiRelato magníficamente escrito y muy evocador. Nos gustó mucho. Creo que podéis comprobar sin género de dudas que es muy bueno.
Se alejaba un poco del tono enfadado, sarcástico y dolido que esperábamos, y por eso mismo nos sorprendió esa nostalgia un tanto agria, pero emotiva.
Estimado Sr.:
Seguramente le sorprenderá mi mensaje; a fin de cuentas, hace ya veintidós años desde la última vez que nos vimos. Es probable que ni siquiera me recuerde, pues me dijeron que fue otro compañero quien finalmente le solucionó su problema, tras mi negativa. Lo ha adivinado: soy aquel arquitecto recién titulado que se alejaba en un Nissan Micra a través de los aguacates, mientras usted oteaba su propiedad desde aquella casa de aperos hipervitaminada para cuya legalización había contactado conmigo. Yo, en cambio, recuerdo a la perfección los aspectos más nimios de aquella tarde calurosa: el sonido sordo de sus palmetazos sobre los machones de fábrica, «esto no se cae», con los que pretendió convencerme del buen hacer de los albañiles que habían erigido aquella
flamante mansión sobre un promontorio con vistas lejanas al Mediterráneo. Y su franqueza y naturalidad al exponer el meollo del asunto, hasta entonces difuso: que –una vez concluida la edificación– necesitaba a alguien que le «arreglase los papeles». También, el tono paternal con el que insinuó a aquel pipiolo que no habría objeciones por
parte del ayuntamiento. Pero, sobre todo, recuerdo la puerta entreabierta de aquel semisótano acabado en bruto que invitaba con urgencia a huir de la encerrona, una vez comprendido el hecho de que aquella no iba a ser la ocasión de construir mi primera obra, que yo ya había imaginado publicada en El Croquis durante el trayecto de ida.
Lo que no recuerdo –la mente es sabia– son los argumentos que ofrecí para declinar tan seductor encargo, pero sí la sensación de alivio al ver perderse en el retrovisor la polvareda levantada por mi cochecillo al enfilar la salida de la finca.
Hoy le escribo para agradecerle tan instructiva lección, ausente del plan de estudios de la ETSA.
Un saludo.
--
Luis Ruiz Padrón
a r q u i t e c t o
Manuel Drey sí que emana mala leche y sarcasmo. Nos ha gustado su tono, su irónica exageración y su reconcentrado rencor.
Estimado Nicanor,
Disculpe la osadía de enviarle semejantes honorarios. Seguramente tuve un momento de enajenación mental transitoria por la cual creí haberme despertado en la Escocia del siglo XVIII dispuesto a inventar el capitalismo. No sé cómo pude atreverme a pensar que debía cobrar esa ingente cantidad por un trabajo al alcance de cualquiera. ¡Ni que conllevara responsabilidades penales!
En prueba de mi arrepentimiento y buena voluntad, le facilitaré el contacto de mis últimos clientes para que pueda advertirles convenientemente acerca de lo necios que fueron al confiarme un encargo. Con suerte, el delito de estafa no habrá prescrito y podrán tomar las pertinentes acciones legales contra mí. Como estoy convencido de que su demanda ya viene de camino, tendré preparado un bocadillo de jamón para su abogado. Probablemente cuando me traiga la notificación llevará varios días sin comer.
Lejos de pretender persuadirle, me veo en la obligación moral de informarle de que los enormes beneficios previstos por el proyecto de su casa iban a contribuir de modo altruista al desarrollo de la economía local, pues ayer mismo señalé un flamante deportivo amarillo. Lo sé, el color amarillo puede resultar estridente para un coche, pero algunos arquitectos hemos desarrollado un sentido estético un poco particular. Son tan sólo las secuelas persistentes de la burbuja inmobiliaria.
Por último, en pleno uso de mis facultades -y sin que trascienda a mi asesor financiero-, le voy a proponer un acuerdo que considero justo para ambos: Renuncio a su encargo. Así, usted dará mejor uso a su dinero y yo no tendré que dedicar tiempo y esfuerzo a una persona que menosprecia de tal manera el trabajo ajeno.
Reciba un cordial saludo.
Manuel
P.S.: Ben-Hur pudo escapar de la galera porque no le exigieron seguro decenal para remar.
Joaquín Otal Cruz tiene un sentido del humor casi negro y su enfado da la vuelta completa al arco de la indignación para acabar en el ¿halago?, ¿peloteo?, ¿sarcasmo descarado?
Estimado cliente:
Buscando una justificación a su airada respuesta sobre el presupuesto que le envié, y tras varios días de inútil reflexión, me acerqué a su domicilio en busca de concordia. Ni le encontré a usted ni a ella, pero allí mismo supe, por boca de su vecino, que su madre ha muerto en estos días sin duda aciagos. Hallada la razón de su aspereza, he de decirle que no seré yo quien contribuya al deterioro de su estado de ánimo, por ello he deslizado un sobre por debajo de la puerta de su casa en cuyo interior encontrará el presupuesto modificado, en el que se incluye un suculento descuento y un anexo a la obra, sin costo, que consiste en un magnífico porta-pollos dovelado que instalaremos en el estanque de su jardín.
Tan interiorizado tengo el deseo de compensar su agravio que en un arranque de esa extraña solidaridad que despierta la tristeza de las personas que ocupan un lugar reservado en el corazón de uno, quisiera transmitirle que estoy profundamente agradecido a su señora madre, pues por lo que a mí respecta, a pesar de sus defectos, cumplió con el más alto cometido posible en la vida; tenerle a usted. Desearía, además, que en este momento fuese mi madre la que estuviera en el cementerio en lugar de la suya, o mejor, que fuesen las dos quienes descansaran en paz, porque estas situaciones extraordinarias se llevan mejor en compañía, pero la vida es así y en pocas ocasiones permite elegir. Dicen que el roce hace el cariño y aunque llevamos demasiado tiempo sin vernos no me atrevo a asesinarla, así que a partir de ahora quedamos a la espera de la muerte natural de la mía y de su aprobación al presupuesto modificado.
El Arquitecto Fiel S.L.
Ángel Rodríguez más que mostrarnos el correo que le manda el arquitecto al cliente nos habla de ese correo y de la relación entre ambos, tan diferente a la que conocemos, pero quizá por ello incluso más inquietante.
Viernes a media mañana.
Descanso para un café. El móvil vibra. Nuevo correo electrónico.
Respuesta a la tarifa de honorarios del nuevo encargo. Problemas por el precio.
¡Demasiado barato! Lo típico.
Aderezado, además, de malas maneras.
Mientras lo lee, la cafetera comienza a hervir.
En pocas palabras: Los clientes están hartos de técnicos que rebajan los precios. El último técnico con el que contaron ajustó tanto la tarifa que, apenas entregó la documentación, no le volvieron a ver el pelo.
(Suspira y pone los ojos en blanco)
¡Como si todos fuésemos iguales!
Toma la taza, se sirve. Saborea el primer trago. Amargo, así le gusta.
¡Dichosos clientes! Todos empeñados en pagar más para evitar retrasos y falta de atención. No entienden el mercado, que los honorarios los ajustamos a lo mínimo posible para conseguir el trabajo. Que ofrecer mayor precio sería deshonesto, competencia desleal entre compañeros y cargarse la profesión.
Se sienta en su mesa. Reflexiona. Difícil situación. De nuevo consulta los números. Muy ajustados, cualquier aumento obligaría a mejorar los servicios.
¡Menuda locura! Los clientes deberían aceptar pagar lo menos posible. Es lo lógico. Lo natural.
Baraja distintas opciones, ingenuas todas ellas.
¿Renunciar, desahogarse y quedarse a gusto? ¿Intentar que entren en razón? ¿Hacer lo que piden?
Recurre a lo de siempre, un camino intermedio, dialogar.
Queridos clientes
Revisando de nuevo el presupuesto, el precio está acorde a los trabajos acordados.
Pienso que es un tema lo suficiente importante como para no tratarlo en persona.
¿Podéis pasaros el próximo lunes por la tarde por el estudio y lo hablamos?
Si supieran el sacrificio que le hacemos a la arquitectura por ellos.
Apura el último sorbo de café mientras se cuestiona si, esta vez, decidirá ser franco y mantenerse en sus trece o sucumbir de nuevo a la resignación.
Jesús Ángel Izquierdo nos sorprendió con un micro-micro-relato que nos hizo soltar la carcajada.
VÁYASE USTED A... tentamente,Jesús Ángel Izquierdo Gómez Arquitecto COALZ 2331 / CSCAE 28709.1
C/ José Betancort 17, 1º derecha
35500 Arrecife de Lanzarote (Las Palmas)
Tfo: 928801210
Gustavo Morales nos mandó un email bastante en serio. Pero nos pareció bueno.
Estimado “ya no cliente”:
Lamento su desacuerdo con mi presupuesto para llevar a buen fin el, como
usted bien dijo, proyecto de su vida; y si bien no estoy de acuerdo en subastar
mi trabajo a la baja, como pescado en lonja, me permito hacerle saber que mi
compromiso profesional, además de “pintar los planos” —que usted piensa que
pinta el ordenador—, incluye estar a disposición de su casa unos dos años y
hacerme responsable por otros diez.
Cuando usted va a un médico particular —porque la seguridad social le da cita
a cuatro meses vista— y le cobra 100 euros por escucharlo, en el mejor de los
casos, una hora, con algún análisis extra que deberá asumir aparte; o cuando al
acercarse a una señorita que por su sonrisa le pareció conocer, le dice que su
“regalito” son 100 euros por, en el mejor de los casos, dos horas de fingida
atención, extras y hotel aparte, usted tiene asumido que no ha lugar a discutir el
precio, a lo sumo: no hacerse el análisis o elegir un hotel más cutre.
Así que, dado su material respeto para con ciertas profesiones, le ruego que
me ascienda en su escala de valores a médico o mejor, a profesional del amor
que, casa de por medio, debería ser nuestra relación de, al menos, los próximos
dos años, y considere que los honorarios, motivo de este desacuerdo, deberían,
al menos cuadruplicarse.
Con la alegría de no iniciar una relación de amor con tan mal pie, Lo saluda
atte,
Su “ya no arquitecto”.
Jorge-Paco nos mandó un email sorprendente que al principio pensamos que había sido un error, como pretende hacernos creer. Lo consiguió. Nos tuvo que explicar, y yo aprovecho para explicároslo, que el link del final funciona y hay que clicarlo.
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We apologize for the inconvenience. An error report has been generated. PleaseClick Hereto resolve the issue.
Esperamos que os hayan gustado y nos proponemos repetir el concurso con otro argumento, con otro formato o ya veremos cómo, el año que viene. Ya os iremos contando.
-------------------------------------------(1). Las bases decían que el dibujo de Ekain iba a ser un retrato del arquitecto Hastalasnarices, pero le gustó tanto el relato de Eduardo Solana que trató de evocar "la otra casa Farnsworth", la que habría hecho el arquitecto desdeñado y despechado. (Y sí: En un rinconcito aparece la del alemán intruso).
(2). El ganador, por propia iniciativa y voluntad, se vino a Seseña a recoger la mitad del premio y luego a Vitoria a recoger la otra mitad. Es algo extraordinario que estamos considerando poner en las bases de las próximas ediciones.