¿más dermatología y menos prozac?

Por Neumannac @ricardoruizderm
El otro día me decía una paciente que habíamos tratado con Miradry su sudoración excesiva (hiperhidrosis) que desde el tratamiento se sentía más segura de sí misma, iba a trabajar con mucha más alegría y básicamente era más feliz.
Este comentario lo escucho con frecuencia en la consulta. La dermatología moderna consigue eliminar o controlar muchos procesos cutáneos que pueden ser origen de inseguridades y estrés emocional.
El libro de Marinoff “Más Platón y menos Prozac” tiene un título interesante que transmite el mensaje de que para intentar ser feliz tenemos que tomar menos medicación y aprender desde la filosofía a entender el mundo y comprenderse a uno mismo. Luego el libro no es tan atractivo como promete el título…
En este sentido es interesante cómo las alteraciones de la piel influyen en nuestro estado de ánimo. Y lo contrario: los estados de ánimo influyen en nuestra piel. Y es que curiosamente las células del cerebro y las células de la piel derivan de las mismas células embrionarias. Por ello existe una relación fascinante entre la PIEL Y LA MENTE.
Recuerdo que cuando trabajaba en la Universidad de California, San Francisco, los jueves pasaba consulta con el Dr. Koo, que curiosamente era Dermatólogo y Psiquiatra, y tenía una consulta de PSICODERMATOLOGÍA. Era realmente interesante cómo las enfermedades de la piel, como la psoriasis, el acné o el vitíligo, pueden influir en el estado de ánimo de las personas, produciendo estados de ansiedad, depresión y falta de autoestima. Y lo contrario, hay muchas enfermedades o estados mentales que pueden tener repercusiones en la piel: desde el empeoramiento de dermatitis o psoriasis por el estrés hasta determinadas psicodermatosis. El otro día vi en la consulta un paciente que me aseguraba que su piel estaba invadida por miles de “bichitos”, y me traía algunos de ellos en un bote. Esos bichitos eran en realidad trozos de papel. Esta enfermedad se llama “Delirio de parasitosis”. 
Lo mismo ocurre con la dermatología estética. Aunque pueda parecer una especialidad frívola, practicada de forma honesta y con sentido común puede ayudar a mejorar la calidad de vida de muchos pacientes.
Es asombroso comprobar cómo, a través de técnicas mínimamente invasivas, los dermatólogos podemos “refrescar” una mirada o una sonrisa, mejorar una mancha de nacimiento o eliminar una cicatriz desfigurante, y estos resultados en muchos casos tienen una doble consecuencia:
- El paciente se “siente” mejor porque se “ve” mejor. Es decir, existe un feed-back entre la piel y el cerebro.
- El entorno del paciente se “siente” mejor porque determinados gestos de tristeza o preocupación han disminuido. Está demostrado que a través de nuestros gestos mandamos mucha información a nuestro entorno. Si alguien nos ve con cara de enfadado va actuar de forma distinta que si nos ve con cara relajada. Os contaba que el otro día una paciente me decía que en su empresa hay mejora ambiente desde que la quitamos el entrecejo marcado.
En resumen, la piel y la mente están asombrosamente relacionadas. Tener una piel sana influye en cómo nos podemos sentir y cómo se sienten los demás. Evidentemente tenemos que huir de la búsqueda de la perfección, que es una fuente enorme de infelicidad. Pero en ocasiones la dermatología moderna puede aumentar nuestra calidad de vida de manera más efectiva que un psicofármaco.
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