La apigenina es un flavonoide (uno de los polifenoles que hemos visto en el artículo anterior), presente, en cantidades muy variables, en numerosos vegetales utilizados en la alimentación humana. Se encuentra en condimentos y hierbas aromáticas como el perejil, el tomillo o el orégano, el apio, las lechugas, las alcachofas o las cebollas rojas, así como en bebidas e infusiones, tales como la manzanilla, el vino tinto, y el té verde. Tiene una capacidad antiinflamatoria notoria basada en su capacidad de inhibir tanto PLA2, COX-2 y 5-LOX, como la expresión de iNOS (para no estudiosos de las ciencias biológicas, digamos que son enzimas ligadas a la inflamación).
Nuestro grupo investigó hace unos años, los antioxidantes ligados al romero (carnosol y ácido carnósico), con resultados muy positivos, pero la apigenina siempre me ha cautivado por su potente efecto ampliamente probado en la inflamación crónica. De hecho, me interesó, particularmente el efecto agonista de PPARγ (PPAR son receptores hormonales nucleares activados por ligandos endógenos y exógenos, implicados en la modulación de la expresión de COX-2 y citocinas proinflamatorias). Para que el lector se haga una idea, este es el efecto en el que basa su acción uno de los antiinflamatorios más usados, el ibuprofeno.
La llamada inflamación de bajo grado está ligada a muchas de las enfermedades de la civilización (diabetes II, obesidad, enfermedades cardiovasculares, etc). La medicina actual, presionada por la industria farmacéutica (hay que asumirlo, aunque no nos guste admitirlo), busca medicamentos para cada una de esas patologías. Sin embargo, descuidamos dos acciones que están demostrando una fuerte acción terapéutica (asociada a la ausencia de efectos secundarios), por un lado, la actividad física (suficientemente intensa) y por otro, la ingesta adecuada de estos polifenoles que estamos tratando.
Respecto a la actividad física, sabemos dos cosas primordiales. De un lado, que tiene que individualizarse y de otro, que debe contener entrenamiento de sobrecarga y entrenamientos por intervalos.
Respecto a la ingesta de apigenina (por ejemplo), mientras no se conozca una posología concreta para cada situación, una buena solución es recurrir a la inclusión en la dieta, de alimentos ricos en este flavonoides (perejil, apio, alcachofa, lechugas, cebollas rojas….) o bien tomando infusiones de manzanilla, té verde, rooibos..