Esa fue una época dorada de esplendor intelectual del Imperio Austrohúngaro y se prolongó a lo largo de una cincuentena de años escasos, entre 1865 y 1920. Coincide también con las convulsiones históricas finales una entidad política heredera del Sacro Imperio Romano Germánico, luego Austriaco, que tendría una duración conjunta de casi más de 1.000 años.
La cultura vienesa fin de siècle debió caracterizarse por una altísima sofisticación, resultado de la interacción de una multiplicidad grande de pueblos, países e identidades. Para percibir esto solo hay que hacer un breve repaso a las innumerables personalidades, que se reunían en sus celebrados cafés, y que tanto han contribuido a la creación del mundo contemporáneo, tal y como lo percibimos en los tiempos mas recientes. Desde filósofos como Ludwig Wittgenstein y científicos como Freud; pintores como Klimt, Kokotscha y Schiele; músicos como Mahler, Schönberg y Berg; hasta escritores como Karl Kraus, Robert Musil y el poeta Georg Trakl. Y por supuesto, arquitectos.La intensa trayectoria cultural vienesa a lo largo del siglo XX puede representarse desde la arquitectura por algunas portadas comerciales que, como reclamos construidos, se han ideo superponiendo a edificios anteriores de corte romántico. Reflejan las inquietudes de una sociedad dinámica a la búsqueda de una autenticidad característica. Obras de gentes, como Otto Wagner y sus epígonos de la Secezion y la Wiener Werkstätte, que abrieron el camino a una renovación radical de la arquitectura. Y otras, de detractores de las imposturas estéticas de su tiempo, encabezados por Adolf Loos y la intelectualidad más brillante. El proceso de transformación moderna de la ciudad de Viena está claramente relacionado con la construcción de la gran explanada defensiva, el vacío glacis de varias centenas de metros entre la AltStadt, la parte vieja de la ciudad, y los suburbios; lo que luego, una vez consolidado, se denominaría el Ring. Fue ésa una vasta operación de construcción urbana que dotó a la ciudad austriaca con su sello más característico. El proceso comienza a mediados del siglo XIX con la celebración de un concurso entre profesionales para redefinir ese espacio libre, transformándolo en un nexo central que conectara el centro antiguo y los barrios ya consolidados que formaban la corona periférica. El proyecto ganador de Ludwig von Föster planteaba la generación de un amplío bulevar anular que fuera conectando una sucesión de cinco tramas reticulares de manzanas rectangulares y punteadas por múltiples edificios representativos entre las que se situarían amplías zonas ajardinadas y monumentos. El anillo viario se remataba con el paseo existente a la orilla del río Danubio.La arquitectura resultante combinaba edificios palaciegos de apartamentos residenciales, destinados a la pujante burguesía vienesa, y también numerosos equipamientos culturales y administrativos. La monumentalidad que se aprecia fue el resultado de la aplicación al lenguaje arquitectónico del conjunto de un historicismo de corte romántico en el que impera la recuperación de los recursos figurativos de la arquitectura clásica. Algo que le confiere a la ciudad una fuerte unidad estilística y sobre la que resplandecen algunas referencias construidas como el nuevo Ayuntamiento, el Parlamento austriaco, la Opera Estatal y numerosos museos e iglesias monumentales. En este proceso constructivo tuvo un papel destacado, Gottfried Semper, como reputado teórico de la escena académica alemana del momento.La gran sofisticación cultural alcanzada en ese instante crepuscular queda representada por la fuerte reacción de la intelectualidad contra el arte romántico y la arquitectura historicista. Son unos años de intensas polémicas estéticas mantenidas entre los arquitectos, que se aglutinaron en torno al movimiento de la Wiener Secezion, liderada por Otto Wagner. Allí, al igual que en otras ciudades europeas se plantea una renovación estilística radical que se inspiraría en formas naturales y la aplicación de un decorativismo de nuevo cuño. Numerosos edificios ligados a la nueva estética fueron realizados en la ciudad en esos años por los colaboradores de aquél; gente como Hoffmann, Joseph María Olbrich, Max Fabiani o Josef Plecnik.