Masterclass de Felaciones, parte 2: actitud mata carita…

Por Kheldar @KheldarArainai

No existe un secreto para una buena felación… Pero sí hay algo que debería ser imprescindible.

No la chupas como parte del proceso.

No es una manera de calentar al otro… Ni siquiera una manera de hacer que se lo pase bien.

Es una necesidad física, un deseo biológico al que tu boca y tu lengua responden.

Sí, es cierto: puedes lamerla lentamente, humedecerla, metértela entera después; y probablemente resultará entretenido.

Me temo que no pasará de ahí.

Consideremos la experiencia a la inversa: cuando más se disfruta ser receptor del placer oral es, precisamente, cuando la persona que te tiene entre sus labios está sintiendo verdadero placer en lamerte de ese modo. Es ahí cuando el cuerpo verdaderamente se relaja, pues la persona a la que se desea está cómoda, en su onda y a gusto… y, especialmente, disfrutando de provocarnos emociones cada vez más intensas. Es, a fin de cuentas, una expresión de que el deseo que provocamos es mayor o igual que el que nos provocan.

Así que, una vez dicho esto, ¿qué es lo verdaderamente necesario para provocar un orgasmo que quite el aliento?

Disfrutar de cada instante del proceso cuando somos nosotros quienes lo estamos generando. La primera vez en que la lengua acaricia la punta, expandiéndose cálida y húmeda hacia abajo, o en que los labios comienzan a envolverla, provocando el primer temblor. Acelerarle la respiración por primera vez. El tenue sonido que emite cuando, después de haberle envuelto varias veces con la boca, ahondamos por primera vez hasta el fondo de la garganta.

Sin embargo, para muchas personas, practicar una felación no acaba siendo un placer, sino una situación de la que preocuparse. Es muy fácil decir “quiero disfrutar de hacértelo”, pero no siempre se encuentra el modo de hacerlo saber. Arrastramos inseguridades, complejos y miedos que a veces no nos permiten saber qué hacer.

Aquí van unas pautas. Pero, antes de eso, hay algo esencial que comprender y a lo cual creo que debería hacer énfasis. Cada persona es diferente y los manuales de instrucciones son la peor de las lacras del sexo. Tirad los manuales de instrucciones.

Querer sentir algo porque deberíamos estar sintiéndolo es el mejor modo de alejarnos de las emociones que nos transportan de verdad.

Si dividiera el proceso de provocar un orgasmo con la boca…

Creo que el principio sería mi parte favorita.

Rozar con la punta de la lengua, acariciar suavemente, envolver con ligereza con los labios y succionar apenas un poco mirándole a los ojos. Está excitado, a punto, preparado para hundirse en ti… y tú, mientras tanto, estás aprovechando ese momento de máxima sensibilidad para recrearte en jugar despacio. Este es un momento complicado. Un poco de juego previo puede aumentar la excitación, pero, como con todo, debe encontrarse el equilibrio. Cuando el deseo da paso a la frustración la espera puede resultar incómoda, e incluso molesta, hasta el punto de descafeinar el placer posterior.

Jugad con moderación, y metéoslo en la boca cuando siga sonriendo.

Siempre se dice que el orgasmo se genera desde el movimiento constante. Pero, si antes de llegar a este punto, el chico no está lo bastante cómodo, relajado o simplemente no ha encontrado el modo de dejarse llevar; hay algo peor en esto que insensibilizarlo a vuestro movimiento: aguantar la posición necesaria para que un pene ahonde, sin rozarlo con los dientes pero manteniéndolo bien envuelto durante un largo rato puede provocaros un dolor en los labios y en la mandíbula que podría hacer difícil, si no imposible, continuar. Y no os vais a hacer daño en la boca para un orgasmo que no entre en la escala de Richter.

Uno de los grandes miedos a la hora de practicar una felación no viene, por curioso que resulte, del proceso.

Vas haciendo, y conforme te vas dejando llevar, la curiosidad o el deseo te guían en la experiencia. Sin embargo, ¿qué pasa al final? ¿Te apartas, te lo tragas, lo acoges con la boca y luego escupes?

No existe una respuesta a eso. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Apartarse tiene dos problemas básicos: el primero, él. Está inmerso en un placer creciente, empieza a notar las oleadas… y de repente el aire frío envuelve su pene y una mano empieza a agitarlo con una intensidad para la que la sensibilidad generada por la proximidad al orgasmo no lo había preparado. Hay chicos para los que el orgasmo es igual de intenso, pero para otros… bueno, vuelvo a decir que sigue dependiendo de la persona.

El segundo inconveniente es la suciedad. Caiga en su estómago o en la sábana, el siguiente paso no es acurrucarse cálidamente, sino buscar un papel para limpiar el estropicio. La ventaja evidente es que no acabas con semen en la boca. El sabor y la textura cambian, es cierto… pero si quieres probar por primera vez, te recomendaría hacerlo en el segundo o tercer orgasmo (ten en cuenta que la sensibilidad aumenta en segundas y terceras felaciones y que hay más probabilidades de que un exceso de intensidad pueda provocarle dolor), pues después de la primera descarga el sabor se suaviza.

Si no quieres evitarle el bajón pero no quieres tragarte el semen, una opción perfectamente válida es permitir que llegue hasta el final en tu boca y después levantarte, permitir que admire tu cuerpo desnudo e ir al baño a escupir.

La principal desventaja de esto es que, si vas a hacerlo para no tragártelo, al final, en el tiempo que tardas en llegar y escupir, el semen pasará más tiempo en tu boca que si llegaras a tragártelo. Y eso sin mencionar la profundísima carga erótica que tiene para un hombre que te tragues su esperma mientras se corre y tú lo estás mirando a los ojos. La desventaja principal es, por supuesto, que estarías tragando semen. Ahí ya depende de cuánto problema puedas verle a eso.

Pues, al final, cuando se trata de felaciones, solo hay un consejo posible:

Relájate y date permiso para disfrutarlo tanto como él. Cómete a la persona que está contigo en la cama. Siente su calor inundándote la boca, las yemas de sus dedos hundiéndose en tu pelo, y empápate con la sensación de que está aguantándose el orgasmo porque le provocas tanto placer que ya casi no puede más.

Ese es el deseo que hará que las cosas se vuelvan más intensas.

La conciencia, total y absoluta, de que en ese momento no hay nada que desees con más intensidad que disfrutar de lamer hasta que se vuelva loco. Sin eso… Nada más eres tú jugando con un trozo de carne. Y a nadie le gusta sentirse como un trozo de carne pasivo en el juego del deseo.

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Esta entrada se la debemos a la persona que también inspiró la primera parte. Una buena amiga, con muchos años soportándome y aportándome cositas. Le pareció buena idea escribir algo que no sonase a típica revista con manual y truquitos para chupar bien. Quería hablar de motivaciones y sensaciones, de disfrutarlo de verdad. Yo sólo puedo atribuirme un par de retoques.

De lo que hace diferente la conexión, que no es sino gozar haciendo gozar al otro. Ya lo hemos comentado antes en esta casa… Confianza y entrega hacen mejor estas cosas, y más si te permites un egoísmo positivo.

¡Salud, terrícolas!

Autor: Sergio Melich (Kheldar)
Pedagogo al 36,5% y subiendo, comunicador y mentor por vocación (y pronto, más). Autor de las webs La Vida es Fluir & Play it Sexy!, Aventurero y Heartist (persona comprometida a vivir, crear y obrar con cabeza, corazón y conciencia). Escribo sobre el Buen Vivir: autoaprendizaje, estilo de vida, habilidades sociales, relaciones y más.