Los deseos nacen de una parte de nosotros que nos recuerda que no hemos llegado al lugar que nos corresponde estar y nos empuja a caminar para llegar a nuestro sitio en este mundo. Los miedos nacen de pretender ser mejores que aquello que somos, de no comprender que para llegar a alcanzar nuestra meta en necesario recorrer el camino. Es necesario caminar pero sin olvidar donde nos encontramos en cada momento.
Si fijo mi vista solamente en el final del camino, mi consciencia y mi intención permanecerán en la meta, pero mis pasos serán inseguros y tropezaré constantemente. Si dejo que los tropiezos y piedras desvíen mi atención, olvidaré por qué camino y en que punto del camino estoy. Hemos de mantenernos atentos para ver en donde nos encontramos, y ocuparnos en su momento de los tropiezos que hallemos en el camino. No tiene sentido que pretendamos llegar más pronto o que pretendamos estar más allá de donde nos encontramos.
La medicina para los y los deseos consiste en tomar consciencia de dónde estás y de que hay un camino por recorrer. Consiste en comprender que ese camino está forma parte de la naturaleza y está sometida a sus leyes, de modo que tenemos que atenernos a las mismas para determinar cuando es el momento de dar el siguiente paso.
Cuando aceptemos que la naturaleza nos guía sabiamente y que nuestro intentos por mejorar esta naturaleza solo pueden estropear su trabajo, entonces comprenderemos que hemos encontrado nuestro lugar y tendremos confianza para recorrer el camino.
El trabajo diario con la meditación te ayudará a ser más consciente de la realidad, calmando el ruido de tu mente y tus emociones.
Reflexionar sobre los principios que Usui nos dejó te ayudará en la tarea de comprender y abrazar esa realidad. Los juicios, otro problema con el que suele encontrarse el terapeuta son sus propios prejuicios e ideas limitantes acerca de sus pacientes. Cuando el terapeuta juzga, se aparta de su paciente, pues juzgar es comparar con aquello que se considera correcto. Esto nos indica que consideramos a nuestros pacientes como algo "incorrecto". El trabajo del terapeuta no es juzgar, sino comprender. Entender la realidad del paciente, tal como es, sin ponerle etiquetas, para así poder entender cómo a llegado al punto en que se encuentra y qué le impide continuar su camino. Si juzgamos, si consideramos "incorrecto" al paciente, pretenderemos transformarlo, modificarlo a nuestro antojo. Lo único que hemos de hacer es ayudarle a que el encuentre nuevamente su propia naturaleza.
La lástima y la culpabilización del enfermo Estos son dos polos de los juicios hacia el enfermo. Podemos ver al paciente como una víctima indefensa ante unas circunstancias que le conducen a la enfermedad. Juzgarlo como inocente e injustamente maltratado. ¿De qué sirve esto a esa persona?. Si vemos a nuestro paciente de esta manera le estamos negando la posibilidad de curar. ¿Por qué el paciente no actuó de otro modo frente a las circunstancias?, ¿qué es lo que le mantiene amarrado?, ¿acaso necesita ver alguna faceta de la realidad que se le escapa?.
Es posible que el paciente sí pueda hacer algo para modificar o librarse de sus circunstancias. Y si no es así, ¿no sería más productivo pensar en reparar los daños?. Un proverbio árabe dice:
"Si puedes solucionar un problema, ¿por qué te preocupa?. Y si no puedes solucionarlo, ¿por qué te preocupa?".
Nos encontramos en el mismo punto de partida que cuando tratamos de los deseos y los miedos. Limítate a ver la realidad de esa persona y pon a su disposición los medios de que dispones.
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Gracias por compartirIntroducción a la terapia con Reiki Primer nivel de Reiki Rioho
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