En la unidad de dermatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid han hecho un nuevo fichaje. Pero no es médico ni viste bata blanca. Es un iPad. Lleva instalado DermoMap, una aplicación diseñada por tres dermatólogos del centro para ayudar a médicos y pacientes a distinguir entre pecas inofensivas y dermatitis, o entre una simple mancha y un posible cáncer. El programa es el primero en número de descargas en la categoría de Medicina en España en el App Store español (5,99 euros) y empieza a escalar puestos en EE UU, Brasil, Francia y Canadá.
La aplicación es tremendamente intuitiva. Muestra fotos en alta resolución de las cien enfermedades más comunes de la piel, que suponen el 95% de los diagnósticos habituales. Cada una aparece descrita de forma exhaustiva, pero sin tecnicismos. Cualquiera lo entiende. Y no solo informa, también ayuda a diagnosticar: pregunta al médico o al paciente por los síntomas, filtra entre las decenas de afecciones posibles y las reduce a dos o tres. El porcentaje de acierto es muy elevado, dicen. "Empezamos pensando en médicos generales y otros profesionales de la salud no especializados. Luego nos dimos cuenta de que también podría ser útil para los pacientes. Está demostrado que a mayor información, mejor asistencia sanitaria", dice Sergio Vañó Galván, de 29 años, uno de los dermatólogos del proyecto. El estudio Wake App les ayudó a montar el programa, que costó seis meses y 50.000 euros. "Igual que ocurre en radiología, podríamos enviar una imagen de la piel a otra parte del mundo y obtener el diagnóstico en minutos. Es el camino a seguir", asegura Pedro Jaén, jefe de dermatología del Ramón y Cajal. El objetivo es múltiple: los médicos de cabecera sabrán diagnosticar antes una enfermedad y evitarán enviar personas sanas al dermatólogo; los farmacéuticos aconsejarán mejor a sus clientes; los estudiantes de medicina podrán utilizar el software como apoyo y los pacientes como fuente de información. "No es un sustituto del diagnóstico, en absoluto. Es un complemento", recalca Vañó. Iniciativas como esta muestran una tendencia imparable: el éxito de las aplicaciones de salud, tanto en teléfonos inteligentes como en tabletas. Solo en el App Store se calcula que hay más de 6.000 sobre salud. Desde las que miden el ritmo cardiaco hasta las que visualizan y envían radiografías. "El precio medio de este tipo de programas está en los 30 euros, pero el objetivo no era económico, sino cubrir costes y hacer difusión médica con rigor científico", dice Óscar Hormigos, del estudio Wake App. Otros desarrolladores, como la catalana Acquamedia, han diseñado calculadoras de calorías y planes de dietas. Y el doctor Jordi Serrano, fundador de la start-up Universal Doctor, es el autor de un traductor en tiempo real con el que médicos y pacientes de diferentes nacionalidades logran comunicarse. Los operadores de telefonía también quieren meterse. Telefónica estrenó hace medio año siete líneas de negocio, entre ellas la de eHealth, en la que la movilidad es una parte fundamental. "Vemos muchas oportunidades en la telemedicina, en gestionar pacientes crónicos a distancia. En España, el gasto de atender a estos pacientes, como diabéticos o gente con problemas cardiacos, supone el 80% del coste total del sistema", dice Álvaro Fernández de Araoz, director de eHealth de Telefónica. La operadora acaba de lanzar en Reino Unido un servicio que, mediante un móvil, permite controlar remotamente las constantes vitales de las personas mayores, su situación exacta en un mapa o, a través de los sensores del celular, alertar si el anciano se ha caído o está inmóvil. En Argentina han implantado un sistema con el que los operadores de ambulancias envían al hospital desde el vehículo las constantes vitales del enfermo. En el fondo, parece que no hay otra opción. El envejecimiento de la población dispara el coste sanitario. En EE UU, según datos oficiales, este supuso un 18% del PIB en el 2009, tres veces más que en 1960. Los expertos apuestan por las nuevas tecnologías para recortar el coste y mejorar la prestación. Médicos como Sergio están convencidos. "Es el futuro y hay que adaptarse".
**Publicado en "El Pais"