Muchos hospitales que no pueden tener todos los servicios que necesita suelen concertarlos con centros privados, y de esta forma sus resonancias, PET-TAC, intervenciones de hemodinámica, etc se realizan en otro centro, al que se le paga la correspondiente tarifa.Leíamos hace unas semanas que el Hospital de Donostia iba a poner en marcha una unidad de hemodinámica propia y así dejaría de enviar pacientes a la Policlínica Guipuzkoa (centro privado). Hasta aquí todo normal, nada debería llamar la atención. ¿O sí?
En la noticia se descubre un debate político acerca de la conveniencia de poner en marcha dicha unidad frente a la alternativa de seguir derivando pacientes al centro privado. Discusiones políticas, basadas en definitiva en la tradicional (y baldía) dicotomía entre sanidad pública y privada. Con lo fácil que habría sido disponer de un estudio de evaluación económica basado en los costes de cada alternativa. Algo del estilo "con este escenario y estas pruebas al año, con las desviaciones motivadas por el incremento de uso (típico), el coste individual por prueba es menor en..."
No obstante, suponemos que el propio Hospital manejaba su propio estudio de costes, cosa lógica en un empresa sanitaria, sea pública o privada. Pero lo curioso es que no se utilice en el debate público acerca de la conveniencia de poner en marcha o no la nueva unidad, ya que esgrimir las diferencias en costes sería un elemento disuasorio clave. Claro que tal vez no ayude a generar polémica ni sirva para salir en prensa.
Aunque si lo pensamos bien, ¿todas las decisiones correctas en sanidad siguen siempre lo que señalan los estudios? Si así fuera, alguno de los hospitales o centros de salud inaugurado en los últimos 5 años en España no se habría ni construido, seguro. Hay muchos condicionantes no racionales en la toma de decisiones en sanidad, y es que lo lógico, lo justo y lo necesario no siempre van de la mano.