Mejora la terapia de la esclerosis múltiple

Por Jsruibal @susosantiago

Mejora la terapia de la esclerosis múltiple

Más eficacia y menos incomodidades para los pacientes con dos nuevos tipos de fármacos | Permitirán individualizar más las terapias | Dos años después de iniciar el tratamiento, el 78% de los pacientes permanece sin brotes

Sanidad | 26/04/2013 -

Centro de esclerosis múltiple en el Hospital Vall d’Hebron Pedro Madueño

La llegada de dos nuevos tipos de fármacos mejorará en los próximos meses la eficacia de los tratamientos y reducirá las incomodidades para los pacientes. Para los neurólogos, estos nuevos fármacos añadirán complejidad al tratamiento de la esclerosis múltiple, ya que permitirán individualizar más las terapias y obligarán a decidir cuál es el fármaco más adecuado para cada caso.

Los nuevos fármacos son, por un lado, anticuerpos monoclonales que reducen de manera drástica los brotes de esclerosis múltiple y frenan la progresión de la enfermedad. Por otro lado, fármacos que se toman por vía oral en lugar de inyectada, lo que facilita el tratamiento para algunos pacientes.

“Para los que nos dedicamos a la investigación y al tratamiento de la esclerosis múltiple, esta es una época fascinante. Nunca antes habíamos tenido tantas opciones de tratamiento ni había cambiado de manera tan rápida el panorama”, explica Montalban.

Cuando él se especializó como neurólogo, en los años ochenta, no existía ningún tratamiento específico contra la enfermedad. En 1996 la situación cambió con la introducción del interferón beta, una proteína que el cuerpo humano produce de manera natural y que modula el sistema inmunitario. Su eficacia se basa en que la esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que células del sistema inmunitario atacan por error la mielina de las neuronas (véase gráfico).

La pérdida de mielina explica los síntomas de la enfermedad. Dado que las neuronas afectadas no transmiten con eficiencia los impulsos nerviosos, los pacientes suelen sufrir -entre otros problemas- pérdida de sensibilidad y vigor en las extremidades, dificultades crecientes para coordinar los movimientos o sensación de falta de energía.

Pero el interferón beta, pese a que supuso un avance en el tratamiento de la enfermedad, tiene una eficacia limitada. No todos los pacientes responden igual de bien y el número de brotes sólo se reduce un 34% de media.

La situación cambió de nuevo en el 2004 con la llegada del natalizumab, un fármaco que limita la capacidad de las células del sistema inmunitario de llegar hasta la mielina y atacarla. Se trata de un anticuerpo monoclonal, es decir, una proteína inmunitaria igual que las que sintetiza el cuerpo humano pero producida en laboratorio para utilizarla como fármaco. “Ha cambiado la vida de muchas personas”, destaca Montalban. “Tengo casos de pacientes que estaban muy mal, con brotes recurrentes, y que han podido tener hijos gracias a que disponíamos de este fármaco para tratarles”.

Pero el gran auge de los anticuerpos monoclonales para la esclerosis múltiple se está produciendo ahora con tres nuevos fármacos que superan al natalizumab. El primero que llegará a los pacientes es el alemtuzumab, que es el primer fármaco que ha demostrado revertir -aunque sólo parcialmente- el deterioro de las neuronas en algunos pacientes. Dos años después de iniciarse el tratamiento, el 78% de los pacientes tratados con alemtuzumab permanece sin brotes, frente a un 60% de los tratados con interferón beta. El fármaco ya se utiliza actualmente para el tratamiento de algunos linfomas y leucemias, pero aún no está autorizado para la esclerosis múltiple.

A medio plazo le seguirán el daclizumab, que reduce el número de brotes en un 54%, según resultados de un estudio presentado el 4 de abril en The Lancet, y el ocrelizumab, del que hay un estudio en curso en el que Montalban es el investigador principal.

El nombre de todos ellos acaba con el sufijo ab porque, por convención, los anticuerpos se designan con esta etiqueta derivada del inglés antibody. Estos fármacos, todos ellos inyectables, “se reservarán en un principio para pacientes que no responden bien a otros tratamientos”, predice Montalban.

Si los anticuerpos monoclonales ofrecen más eficacia que el interferón beta, otros tres nuevos fármacos que se toman por vía oral ofrecen más comodidad. Por ejemplo, para personas que viajan con frecuencia por motivos profesionales. El primero (el fingolimod) está autorizado en Europa desde hace dos años, mientras que un comité de expertos de la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) recomendó el mes pasado la autorización de los otros dos (teriflunomida y BG12).

“Todas estas nuevas opciones de tratamientos nos plantean nuevos retos”, advierte Montalban. Por ejemplo, los neurólogos aún no saben si es mejor un tratamiento agresivo con anticuerpos monoclonales desde las fases iniciales de la esclerosis múltiple, o esperar a fases más avanzadas. Tampoco saben, porque aún no se ha investigado, si es mejor utilizar los anticuerpos monoclonales de uno en uno o si es mejor combinarlos. Tampoco saben qué ocurrirá si se retira el tratamiento con anticuerpos monoclonales a un paciente después de dos o tres años: ¿volverá a progresar la esclerosis múltiple o quedará controlada como ocurre en la mayoría de casos de cáncer al terminar la quimioterapia?

Más incógnitas. Con tantos fármacos entre los que elegir, ¿se puede saber cuál es el tratamiento idóneo según el perfil genético de cada paciente? Es algo que los especialistas en esclerosis múltiple de Vall d’Hebron están investigando. ¿Se puede descubrir cuál es la molécula de la mielina atacada por el sistema inmunitario? Descubrirla permitiría diseñar fármacos que actuaran directamente sobre la causa de la esclerosis múltiple.

Y finalmente está el gran reto del coste: si el número de personas con esclerosis múltiple está en aumento, y el coste de un año de tratamiento con un anticuerpo monoclonal ronda los 20.000 euros (frente a los 8.000 del interferón beta), ¿destinará la sanidad pública recursos suficientes para tratar a todos los pacientes que se beneficiarían de los fármacos?

Todos estos nuevos retos son “la prueba de que estamos avanzando”, destaca Montalban. “Cuando no había ningún tratamiento específico contra la esclerosis múltiple no teníamos estos problemas”. Sigue siendo una enfermedad incurable, recuerda el director del Centre d’Esclerosi Múltiple de Catalunya, pero “las perspectivas son mucho mejores que hace uno o dos años”.