Una buena cama condiciona la calidad de nuestro sueño. Por esta razón es bueno conocer los criterios que deben primar a la hora de escoger un colchón y un somier para dormir. Nos encontramos ante una elección donde la salud y la belleza de la persona están en juego.
Del mismo modo debemos saber cuándo debemos cambiarlo. A continuación ofrecemos algunos consejos prácticos. El somier asegura un tercio para un buen descanso nocturno, el resto depende de la calidad del colchón.
El sueño depende, ciertamente del calidad del colchón, del confort de los usuarios y de un desgaste prematuro. Un buen somier previene la aparición de parásitos y ácaros que están en el suelo de la habitación, y consigue conservarlo de otros desgastes que pueden afectar a la salud.
Dicho de otra forma, somier y colchón forman una unidad indisociable que conviene no dejar al libre albedrío. Por lo general se aconseja que la compra, tanto del colchón como del somier se haga al mismo tiempo, y a ser posible que sean de la misma marca, puesto que los fabricantes afinan mucho para que la compatibilidad técnica de ambos productos sea complementaria.
Los fabricantes recomiendan que la cama se cambie cada 10 años, y que lo hagamos del conjunto por completo. En cualquier caso, si los muelles del colchón se pueden ver, es que ha llegado el tiempo de cambiarlo. Si tenemos un somier de láminas, debemos vigilar la elasticidad de las mismas, al igual que sus fijaciones.
¿Qué espesor debe tener el colchón? El tamaño óptimo es de al menos 20 cm. Con mayor frecuencia, los colchones tienen una parte para el verano y otra para el invierno. Debemos respetar esta indicación, dándole la vuelta al menos dos veces al año.
Cuando le demos la vuelta debemos aprovechar para poner la parte de los pies en la cabeza, con el fin de repartir las presiones. Para optimizar el confort y la esponjosidad, lo ideal es combinar un somier de muelles con un con un colchón con resortes.
Los somieres de láminas son preferibles para favorecer la circulación del aire, y porque no retienen el calor. En la medida en la que ofrecen mayor firmeza, es bueno combinarlos con un colchón de látex o de esponja, pero también pueden acoger otro tipo de colchón, como el de muelles, pero a condición de que las láminas no estén muy separadas entre ellas.