EFQM, ciclo PDCA, diagramas de ishikawa, metodología Lean... Hay mil herramientas para mejorar, y como era de esperar, mil cursos y jornadas centrados en la mejora de la calidad asistencial. De hecho, cuando uno lee algún artículo o libro al respecto, el pensamiento inicial suele ser: tengo un problema, aplico una técnica, fin del problema. Pero, ¿es siempre así?
Un reciente artículo publicado en la revista BMJ Quality and Safety se plantea si realmente la asociación casi unívoca entre acto de mejora y herramienta de mejora es real, y además es efectiva. De hecho, como comenta el autor, el riesgo de esta asociación se centra en que el profesional vea la mejora como un proyecto aislado y no como una forma de trabajar.
Siguiendo un informe elaborado por The Health Foundation titulado The habits of an improver, el artículo plantea que quizás sea necesario conocer las habilidades de los profesionales para los que hacer las cosas mejor forma parte de su día a día. Para ello, han planteado un modelo de cinco hábitos con un eje común.El eje común es la comunicación, y los cinco hábitos son aprendizaje, influencia, resiliencia, creatividad y pensamiento sistémico. Quizás si cuando queramos promover la mejora en nuestras organización, además de enseñar técnicas y procedimientos, buscamos el desarrollo de estas habilidades en los profesionales, alcancemos mejores resultados. Una persona que, además de conocer el modelo EFQM, intente aprender del error o sea un promotor del cambio o un facilitador en su equipo de trabajo, seguramente conseguirá que la mejora no sea un punto aislado, sino un proceso continuo.