- El Bueno es lo que predomina en nuestros hospitales: un equipo médico y una plantilla de enfermería, auxiliares, técnicos y celadores que trabajan de forma capaz, diligente y científica, de resultas de lo cual nosotros sabemos que hacen lo posible -y, a veces, lo imposible- por tratar nuestro mal, tenga cura o no, el pronóstico sea bueno o no. El Bueno es lo que todos buscamos, lo que queremos, lo que en realidad predomina en nuestros hospitales, lo que caracteriza el trabajo cotidiano de la mayoría de plantas, servicios, unidades y secciones de nuestro centros hospitalarios. El Bueno conforma esa sensación inefable, imposible de describir y muy grata, de que se ha hecho siempre y en todo momento lo mejor para nuestra situación, recuperemos o no la salud, se tenga un final feliz o el resultado haya sido la muerte. Porque a veces las personas van a morir al hospital; entonces la muerte no es un fracaso si no algo esperado, cuyo tránsito se allana muchas veces en las camas de los hospitales, no sólo para los pacientes sino para sus familias, siendo ése el verdadero éxito.
- El Feo. La Fea, más bien, es la enfermedad. Esa desagradable compañera de viaje que, a veces, nos obliga a tomarle las manos, se empeña en caminar a nuestro lado y se alimenta de nuestra vida, nuestra ilusión, nuestras fuerzas, agostándolas, hundiéndolas. Obligándonos a mirarla a la cara, a afrontar sus facciones, a pasar nuestra vista por sus duros rasgos, por sus arrugas, sus verrugas, su desagradable rostro. Pero sólo, sólo cuando se la mira directamente a los ojos y no se huye su mirada podemos empezar a dominarla. ¿Echarla de nuestro lado, espantarla, apartarla? Sí, quizá es posible, pero se volverá a esconder en un recodo del camino y más pronto o más tarde volverá a acariciar nuestros dedos, los asirá con fuerza para no abandonarnos jamás. Sólo por ella visitamos los hospitales. Ella es la que, por su abrazo agobiante, nos obliga a ponernos en manos ajenas. Y, demasiadas veces, les pedimos a los médicos a los enfermeros, a todos los que allí trabajan, que nos curen. No, no sólo pedimos; muchas veces exigimos que nos vuelvan a llevar al otro lado de la barrera, a la zona de la Salud, aunque eso sea imposible, aunque el resultado sea sólo el fin. Aunque nos hayan explicado que eso no es científicamente posible.
- El Malo, se lo pueden imaginar, supone esas veces en las que los médicos, los enfermeros, los auxiliares, los celadores, los técnicos... juntos o por separado, no hacen lo correcto para que nuestro mal se cure o para que nuestra situación llegue a buen puerto. Supone esas veces en las que la negligencia de todos o alguno de ellos, añadida a un corporativismo mal entendido fuera de los muros de sus castillos-fortaleza que son las cuatro paredes del hospital, conllevan consecuencias a veces irremediables para nuestra salud. Sí, a la mente de todos acuden, de sopetón, muchos de esos casos, sonados, con gran repercusión mediática, en los que el saber que alguien ha muerto como consecuencia de una mala práctica nos pone la piel de gallina y nos hace rezar en silencio para que nunca nos pase nada así. Esas cosas pasan... y creo que seguirán pasando. El ser humano comete errores aunque se esfuerce con todas sus fuerzas en no equivocarse. Por eso creo que esto siempre seguirá pasando.
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Es una entrada poco lustrosa. Sí. Lo sé.He hablado por boca de un paciente para que nadie crea que pretendo dirigir a quién lo lea hacia un juicio de valor que me haga afín sus opiniones.Sé, soy consciente porque trabajo en esto, que muchas personas consideran que no se hace todo lo que se podría hacer. Que los profesionales de la salud nos dejamos llevar por la desidia, por el desinterés, por la rutina y que no nos esforzamos lo suficiente en hacer nuestro trabajo.Eso pasa a veces, claro que sí. Pero los casos malos son tan pocos con respecto a los miles de casos en los que los profesionales de la salud echan el resto por hacer un buen trabajo, el mejor trabajo, que no es justo que se juzgue la labor de todos por la falta de profesionalidad de unos cuantos. No soy corporativista. Lo que está mal, está mal, lo haga quien lo haga.Y yo rompo mi lanza, la mía, por todos los que se esfuerzan cada día por ser mejores, por esos profesionales de la salud que trabajan en turnos imposibles, muchas veces sin medios materiales ni humanos, que estudian durante toda su vida para estar al día, que sonríen a sus pacientes aunque estén al borde de la extenuación, que dedican minutos que no tienen en un agobiante horario a escuchar... y no sólo en hospitales, sino en centros de salud, residencias, ambulatorios, centros de Urgencias, centros de diagnóstico, clínicas.Rompo mi lanza sólo por ellos. Que son muchísimos. Muchísimos.Y, por ahora, nada más.