que está pandemia de agresiones se vuelva sistémica",
Anónima
A mediados de octubre y en medio de la pandemia, un grupo de artistas lanzó un video, con la versión de una cumbia muy popular, al que titularon "Chapultepec es un escándalo". ¿El motivo? Les aparece escandaloso el presupuesto para el Proyecto Chapultepec.
Desde hace siglos, Chapultepec ha sido un área recreativa, para propios y extraños, y sobre todo para la gente menos favorecida. El proyecto contempla cuatro ejes: La conexión de las distintas secciones del bosque, el rescate del área natural, la ampliación de la infraestructura cultural y la integración de una sección más al espacio público. Algunos lo han calificado de ser un proyecto faraónico y centralista, y otros opinan que es una obra para beneficio del pueblo.
Desde la llegada de López Obrador a la presidencia, algunos grupos de artistas se han opuesto a muchas de las políticas implementadas en materia cultural. Les molestan los recortes presupuestales en este rubro, el fin de los fideicomisos donde imperó la corrupción, y se indignaron cuando comenzó la indispensable transformación del Fonca, el cual aún no termina de sanearse y que mantiene muchos vicios del pasado.
Lo que más desconcierta es que en sexenios anteriores, de los más infames de la historia reciente del país, los artistas del video solo se manifestaron cuando se amenazaba con recortes presupuestales; salvo esto, la mayoría guardó silencio ante el sinnúmero de casos de corrupción en las instituciones culturales, derroches, falta de transparencia e irregularidades en la otorgación de diversos apoyos. Todo indica que solo protestan cuando ven peligrar sus privilegios porque el presupuesto cultural ha sido la gallina de los huevos de oro... claro, para algunos y para los menos, para aquellos eternos vividores del erario que no han querido o no han podido crear y trabajar de forma independiente y autogestiva.
Por ejemplo, para ellos no fue motivo de escándalo el despilfarro de la Biblioteca José Vasconcelos, un proyecto verdaderamente faraónico y centralista. Haciendo gala de la corrupción foxista y calderonista, la biblioteca debió cerrar por fallas en su construcción, hubo filtraciones de agua y al final costó tres millones de dólares más de lo planeado. Pero no, este insulto no provocó videos de protesta ni les pareció un escándalo. Parece que estos artistas usan un doble rasero en cuanto a lo que es escandaloso y lo que no.
Cuando se destapa la cloaca que hay en las instituciones oficiales, suelen callar.
Por otra parte, hace unos días surgió otro incidente muy grave. Al publicarse los resultados de los estímulos para Jóvenes Creadores, un presunto violador resultó elegido en el área de dramaturgia. La presunta víctima denunció en el ministerio público y ahora lo hizo en redes con un texto intitulado "Rabia". Este no es el primer caso de esta índole; el año pasado, Jeremías Marquines fue elegido para ingresar al SNCA, pero gracias a los movimientos Mujeres juntas Marabunta, al Me Too y a la denuncia de la víctima, se le retiró el apoyo. También, gracias al Me Too, se exhibió a muchos varones del medio cultural que fueron acusados de ser acosadores y abusadores, y quienes casualmente han sido becarios en múltiples ocasiones.
Por todo lo anterior y en apego a los derechos humanos, el sistema que otorga esos apoyos debería implementar a los aspirantes de becas algo similar a la "Ley 3 de 3": No ser deudor de pensión alimenticia, no ser acosador sexual, y no ser agresor de mujeres. Porque si el Estado va a financiarlos, lo mínimo que se espera es que sean hombres que no ejerzan ningún tipo de violencia de género, más cuando sus acciones permanecen impunes y no han reparado el daño a las víctimas.
En ese mismo sentido, voluntaria o involuntariamente, estos artistas inconformes actúan como grupos de choque contra el actual gobierno, como si fueran un apéndice del FRENAAA (Frente Nacional Anti AMLO). Sea o no su intención, se pliegan a la actual oposición representada por la derecha más rancia y golpista, la cual incluye a los intelectuales orgánicos.
Tal vez llegó la hora para que muchos artistas se definan ideológicamente, actúen en consecuencia y asuman que la mayoría solo vela por sus propios intereses, los cuales son muy particulares y ajenos a las necesidades del pueblo.