Pero no es tan fácil como suena. Mentir tiene defenitivamente desventajas.
¡Muy bien, todo perfecto! Es la mentira más habitual que se suele contar la gente, según una encuesta realizada por el Museo de Ciencias de Londres. En la lista también aparecen: “no tenía cobertura”, “estaba en un atasco” o “has adelgazado”.
Las investigaciones arrojan que durante una conversación de diez minutos, las personas no suelen decir la verdad por lo menos una vez. No se puede saber con toda seguridad si estas cifra son ciertas, porque los investigadores deben partir de la idea de que los encuestados dicen la verdad.
Me comporto contigo como tú conmigo
“Yo miento para que mi madre esté contenta”, escribe alguien en Facebook, después de que se les preguntara por qué motivos no dicen la verdad. El 49% de los encuestados lo hace para animar o hacer feliz a alguien. Marc-André Reinhard, sicólogo social en la Universidad de Kassel de Alemania, explica que “la interacción humana funciona solo cuando no se hiere la autoestima del otro”. Por eso, es imposible una sociedad sin mentiras, cree el experto. “Somos muy sensibles cuando se trata de informaciones negativas sobre nuestra propia persona y que puedan perjudicar nuestra propia imagen”, añade. Y como la verdad con frecuencia duele, preferimos las pequeñas mentiras.
Por eso, alabamos el nuevo peinado de una amiga en vez de decirle que le queda horrible. A cambio, ella quizá no nos diga: “Has engordado”. La regla funciona así: tú respetas mi autoestima y yo la tuya.
Mentiras para el amor
“Tengo miedo de que no me quieran, por eso, miento”, escribe otro usuario de Facebook. Cada exageración, cada excepción, cada sonrisa falsa no solo sirve para proteger la autoestima de la otra persona, sino sobre todo la nuestra propia. Al fin y al cabo, todos queremos sentirnos queridos.
Aunque todos contamos mentirillas habitualmente, esperamos que los demás sean sinceros con nosotros. Demasiadas mentiras causan, por eso, distanciamiento y siembran desconfianza entre la gente.
Necesitamos las mentiras para no entrar en conflicto con cada uno de nuestros colegas de trabajo. Por otro lado, las mentiras perjudican nuestra salud y nuestras relaciones interpersonales. ¿Qué debemos hacer entonces?
Menos mentiras: menos dolores de cabeza y depresiones
Entonces, ¿está bien mentir? No es tan fácil. Mentir mucho enferma. Las mismas mentiras que contamos a los demás para alegrarlos, pueden perjudicarnos síquica y físicamente. Puede llegar a ser muy agotador intentar aparentar algo. Un estudio de la Asociación Americana de Psicología demostró que cuanto menos mintamos, más saludables estaremos.
Los investigadores animaron a un grupo de personas a evitar contar las llamadas “mentiras blancas”, como disculpas falsas y exageraciones. Los investigadores comprobaron el estado de salud y bienestar de los voluntarios.
Después de diez semanas, estos contaban que estaban más relajados, menos melancólicos o depresivos. Los síntomas físicos, como los dolores de cabeza, se redujeron o desaparecieron por completo. Incluso las relaciones interpersonales mejoraron y fueron más profundas.
Expresar siempre lo que se nos pasa por la cabeza, no es la mejor alternativa a contar mentiras. Uno de los investigadores del estudio propone que menos es más: menos exageraciones y menos pretextos, simplemente un “lo siento” es suficiente.
Referencia: Deutsche Welle