Últimamente, estoy haciendo una fuerte campaña en el gym sobre las bondades de los alimentos integrales. Espero no llegar al nivel de histeria de algunos expertos,
pero lo cierto es que para tener una alimentación más sana y equilibrada, deberíais elegir el pan, la pasta, el arroz y los demás cereales, siempre integrales.
Las harinas integrales se muelen con el germen íntegro y la capa de salvado que lo envuelve. Tienen casi la misma cantidad de calorías que las refinadas, pero mucha más fibra, vitaminas y minerales. Su índice glucémico es mucho más bajo, entregando energía lentamente, por más tiempo, sin producir el pico de insulina. Recordad que los altos niveles de insulina no favorecen la quema de grasas. Además, el alto contenido en fibras produce mayor saciedad, retarda la aparición del hambre, ayuda a controlar la ansiedad y favorece el tránsito intestinal. Metabólicamente, un trozo de pan blanco puede ser igual que un dulce: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/09/23/nutricion/1379958288.html
Pero cuando decidimos comprar alimentos integrales, empieza la odisea. Encontrar un pan de molde integral puede llegar a ser una misión imposible. ¿Que vosotros sabéis en qué estante del súper está? Pues seguramente os han engañado.
En este link: http://elpoderdelconsumidor.org/portada/radiografia-de-pan-bimbo-doble-fibra-paquete-640-g-porcion-dos-rebanadas/ podéis ver un análisis minucioso del pan de molde "Doble fibra" de Bimbo.
El artículo refleja que, para el ojo no experto, el producto aparenta ser integral y muy saludable, cuando en realidad es pan blanco de harina refinada, pintado de marrón, con jarabe de maíz de alta fructosa, salvado de trigo y harina de avena, añadidos. Contiene el equivalente a una cucharadita de azúcar por cada dos rebanadas, colorante caramelo IV, que es cancerígeno, sal añadida, cloruro de amonio y muchas cosas más. Según la autora, su consumo habitual no es recomendable.
La mayoría de los productos que dicen ser "integrales", o inducen a pensar que lo son, suelen contener sólo una pequeña porción de harinas completas o nada en absoluto, agregándole salvado, por separado. Sus componentes principales siguen siendo harinas refinadas. Quedan desenmascarados en cuanto leemos su composición: "Harina de trigo, harina integral de trigo...", en el primer caso y "Harina de trigo, salvado de trigo...", en el segundo, una mezcla con mucho menor valor nutricional.
Para encontrar un pan "honesto", realmente integral, deberemos pagar un poco más, ¡qué casualidad! La composición del Pan alemán Meisterback, también de Bimbo, reza: "Harina integral de centeno, agua, semillas de linaza, sal, levadura". Este pan es mi preferido para el desayuno, untado con requesón. La única contra es que al contener aceite de lino y no incluir conservantes, empieza a perder cualidades organolépticas al tercer o cuarto día de sacarlo de su envase cerrado al vacío. Nada que no se solucione guardándolo en la nevera o congelándolo, si queremos consumirlo en más tiempo.
Me quedaría conforme si después de leer esta entrada del blog, empezáis a examinar las etiquetas de detrás de los envases, en lugar de la frontal, diseñada exclusivamente con fines comerciales, antes de comprar. No toméis decisiones teniendo en cuenta solamente el precio (me encanta eso de "Nadie da duros* a 4 pesetas") y si, por cuestiones económicas o para consumir ocasionalmente, compráis algo no muy sano, al menos sepáis lo que estáis comiendo.
La trampa se extiende a casi todos los productos que podemos encontrar en el súper. Frases como "Con aceite de oliva", en realidad suele significar "con un mísero 1%" o "En aceite vegetal", que aunque suena bien porque todo lo vegetal es bueno, ¿no?, seguramente se traduce en que contiene el aceite más barato y perjudicial para la salud: el aceite de palma.
Los ingredientes suelen aparecer en orden de importancia, desde el presente en mayor cantidad hasta el de menor. Cuanto menos componentes, señal de que el alimento está menos procesado. Tampoco está de más echarle un ojo a los famosos conservantes, colorantes, emulgentes, acidulantes, E-250 y todos sus enigmáticos familiares. Es cierto que el veneno está en la dosis y que hay algunos "E" absolutamente naturales e inocuos, como demuestra la composición de este plátano, diseñada para concienciarnos del problema de la E-fobia.
Pero también hay muchos nocivos. Diariamente, ingerimos un cóctel de demasiados de ellos con consecuencias imprevisibles, que se sospecha está detrás de muchas intolerancias y alergias actuales. Como es muy poco práctico llevar la lista de la familia E al súper, http://www.pasqualinonet.com.ar/Colorantes.htm, en casa usamos un método no muy científico, pero sí fácil de usar: Entre productos similares, de ser imposible elegir uno sin Es, optamos por el que tiene menos, casi nunca más de dos.
Y si no, lo mejor es hacerle caso al sabio Dr. Fuhrman y hacer el pan en casa.
Si queréis más información sobre las 64 reglas básicas para comer bien de Michael Pollan, seguid este link: http://www.ecoagricultor.com/2013/08/saber-comer-64-reglas-basicas-para-aprender-a-comer-bien-michael-pollan/
www.sohofitnessclub.com
* Para los lectores de fuera de España, un "duro" era el nombre coloquial de la antigua moneda de 5 pesetas.
Fuentes:
http://as.com
http://www.pasqualinonet.com.ar
http://elpoderdelconsumidor.org
http://www.microsiervos.com
Nota: Para no marear, en esta entrada me centré en ciertos productos integrales. Pero la próxima vez que vayáis a un McDonald's, pedid, por favor, que os pongan las patatas fritas sin Ácido sodio pirofosfato ni Dimetilpolisiloxano. A ver si tenéis suerte. http://www.lavanguardia.com/gente/curiosidades/20140421/54405998313/ingredientes-patatas-fritas-mcdonald-s.html