Ayer tuve la suerte de disfrutar de una de esas tardes bonitas en las que trabajo y ocio se unen para permitirme disfrutar de entornos nuevos, gente estupenda y una compañía inmejorable.
Desde hace cinco años el pueblo salmantino de Miranda de Azán organiza un Mercado Campesino en el medio del pueblo, y durante un día entero allí todo vuelve a ser como era hace unos años: tradicional y artesano. Hay torneros, alfaferos, cereros, ganaderos, agricultores, artistas, pintores, pasteleros, tejedores, ceramistas… Y cuentistas también, porque Unpuntocurioso se trasladó hasta allí a compartir cuentos con pequeños y mayores.
Lo pasé requetebien primero porque había preparado cuentos sobre legumbres con todo el amor con el que puede hacerlo una armuñesa, o sea, con muchísimo. Segundo, porque mi prima me había ayudado la semana anterior a preparar algunas ilustraciones que venían muy bien para los historias, como la de “Elefante,un guisante” y es como si hubiera estado ahí conmigo, a mi lado; tercero porque me acompañó Andrés y me hace sentirme muy segura y me quita los nervios y me calma y es tan curioso que estas cosas le encantan; y cuarto porque juntos descubrimos a un montón de gente maravillosa: desde las familias que se acercaban agradecidas y emocionadas al acabar al cuento a la artesana que nos enseñó a hacer pulseras de cuero y nos esperó hasta que terminásemos, pasando por Jose Luis el concejal que tiene una ilusión e implicación que ya les gustaría en muchos ayuntamientos; o por Ana, la profesora de piedra de mi padre que tenía un puesto precioso; o por el chico de La Besana con sus pimientos del padrón; o por los niños que cobraban un euro simbólico por hacerse la foto con sus cabritillos; o por todos y cada uno de los vecinos del pueblo, que regalaban sonrisas y entusiasmo y orgullo mirandés a partes iguales.
El año que viene vuelvo fijo.
Y espero que vosotros vengáis conmigo