Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, de A. Pitcher - Crítica literaria

Por Eltiramilla

Título original: My sister lives on the mantelpiece
Clasificación: Novela realista de aprendizaje
Edición: Siruela, 2011, 16’95 €
Valoración: 4 sobre 5

Jamie, un niño de diez años que piensa mucho las cosas, tiene dos hermanas gemelas de quince. Una se llama Jas, de Jasmine, y otra Rose. La primera vive en la habitación de al lado, pero Rose lo hace sobre la repisa de la chimenea, convertida en cenizas dentro de una urna después de que volara en pedacitos hace cinco años, en un atentado terrorista islámico en pleno Londres. Ésta es la historia de Jamie, que quiere ser un superhéroe para defenderse de los niños crueles de su nueva clase y se ha hecho amigo de Sunya, una niña musulmana, algo que no tiene intención de contar a su padre. También es la historia de Jas, que en un acto de reafirmación y rebeldía adolescente se ha teñido el pelo de color rosa; además de la del padre, roto, descuidado y borracho; y la de Roger, el gato de Jamie, un animalito muy cariñoso que en la nueva casa de campo se ha aficionado a cazar pequeños roedores, para disgusto del niño.

Este libro se ha convertido en un éxito de crítica y ventas, y no es para menos. Cuenta una historia personal muy dura, y lo hace con muchísimo respeto, amabilidad, frescura, gran carga de crítica social y cierto humor, a veces un poquito ácido. La “culpable” de todo esto es Annabel Pitcher, una joven filóloga inglesa que se ha iniciado en el mundo de la publicación con Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, novela que según la solapa escribió “a partir de notas tomadas en autobuses peruanos, en el Amazonas y a la sombra de los templos vietnamitas”. Como trotamundos que es, ha sabido equilibrar tramas y subtramas de forma muy clara y con un ritmo muy correcto; además, estira situaciones hasta que sabe que debe dejar de hacerlo y lo hace, y nos mantiene en tensión hasta que es consciente de que hay que aligerar el peso. Se le da bien narrar, algo que hace estupendamente desde la mente inquieta de un niño que ha visto su vida convertirse en un pequeño pozo de negrura e infelicidad, donde el único color llega gracias a Jas, la pelirrosa, y Roger, el gato atigrado que se aovilla en su regazo cuando se siente triste. La obrita, que se lee en un suspiro, se disfruta, hace reír y llorar (a mí a mares), y enseña sin adoctrinar, porque habla con sencillez desde el sentido común. Uno de los ejes principales que mueve la acción es la amistad entre Jamie y Sunya: una relación prohibida y mal vista por los mandamientos porque fue la gente de ella la que mató a Rose… o eso repite el padre de Jamie mil veces, que cuando despierta de su borrachera no hay día que no mande al infierno a los infieles que asesinaron a su niñita. Desplazados, a Jas y Jamie no les queda más remedio que tomar las riendas de su vida, con las consecuentes decepciones, barreras y tristezas. Qué duro para un niño y una recién estrenada adolescente, ¿verdad? Sin embargo, Pitcher nos ahorra el dramatismo barato de algunas obras y nos ofrece un conflicto bien llevado, bien trabajado y bien resuelto. La autora emociona como hay que hacerlo, con inteligencia, pero lo que ya no se le da tan bien es sorprender, porque la lectura resulta bastante previsible en general y podría haberse ahorrado alguna escena-pegote; además, no siempre da la sensación de que quien narra es sólo un niño de diez años. Mi última crítica negativa se la dedico a la parte correctora de la edición del libro, no a sus erratas, que las hay, o a alguna falta de ortografía cometida por puro despiste, sino a unos signos de puntuación muy necesarios: ¿dónde están los cientos de comas que le faltan a la novela?

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, aparte de contar con un título llamativo, entretiene y toca la fibra sensible. Enseña un poquito de la vida, imagina unos personajes con los que resulta fácil empatizar y ofrece una historia que, si bien no se convertirá en imprescindible e imborrable, sí pasa a ser una buena compañera.