Pero todo cambia de la noche a la mañana cuando contrae una extraña enfermedad que le paraliza todo el cuerpo excepto los párpados. Sin poder hablar, sin poder moverse, pasa varios meses en el hospital enfrentada a sus pensamientos, que no paran, al dolor, a la soledad. Sus hijos, su marido, su hermana, sus padres, van a visitarla, pero eso no le consuela. Al contrario, le hace sentir culpable. La culpabilidad de Stella está presente a lo largo de todo el libro. Culpable por haber caído enferma, por no poder atender a sus hijos, por no amar a su marido todo lo que debería, por intentar ser feliz, por atreverse a soñar, por arriesgarse, por equivocarse, por ser ella. La única persona que le entiende, que le apoya, que intenta ayudarle y está a su lado es su neurólogo, Mannix Taylor, con quien se comunica con guiños. Con él tiene una conexión muy especial, intensa, diferente. Pero, ¿será lo mismo fuera del hospital, en la vida real? Tengo que reconocer que la parte del hospital y de la enfermedad se me ha hecho un poco pesada, lenta, repetitiva. No terminaba de meterme en la historia, no me enganchaba del todo. Pero, aun así, como Marian Keyes es una de mis escritoras favoritas, le di una oportunidad, seguí leyendo y, cómo no, mereció la pena y la historia no solo me atrapó sino que me hizo disfrutar muchísimo. Es una historia divertida, entretenida, imprevisible, sorprendente, pero también dura, triste, profunda, como lo son las últimas novelas de la autora, influenciada imagino por las depresiones que sufre, Un tipo encantador, La estrella más brillante y Helen no puede dormir. Creo que estos libros ya no se pueden englobar dentro del género chick-lit. Ya no son tan superficiales, tan alocados, con tanto humor. Son mucho más profundos y tratan temas más duros y complejos. Pero todo ello sin perder su sello de identidad. No quiero desvelaros demasiado de esta trama que es como una montaña rusa. El libro está dividido en varios tiempos. Conocemos a Stella en el hospital, pero también sabemos cómo era su vida antes de sufrir la enfermedad y cómo es después de su milagrosa recuperación. Así explicado, porque lo he hecho fatal, la verdad, puede parecer un poco lío, pero la novela está estructurada en varias partes y es fácil seguir el hilo sin perderse a pesar de los saltos temporales a lo largo de cuatro años. Y es como una montaña rusa también por todas las cosas que le ocurren a Stella. Se separa, se enamora, se convierte en una superestrella, saborea el éxito y tiene que digerir el fracaso casi a la misma velocidad, su vida cambia, no la controla, todo va demasiado rápido, se deja llevar a la vez que intenta recuperar las riendas de su vida, ser feliz sin sentirse culpable, ser una buena esposa, una buena madre, una buena profesional... Como ya es habitual en Marian Keyes, es una historia con muchos personajes, pero ninguno sobra, todos tienen algo que contar y aportar a la trama, unos nos caen mejor, como Mannix, Roland, Karen o la propia Stella, a otros los odiamos, como Ryan y Gilda, y otros logran que nuestros sentimientos hacia ellos cambien a lo largo de las páginas, como Jeffrey, Georgi o Betsy. Una historia que nos habla de la culpabilidad, la soledad, la incapacidad para ser feliz, la rutina, el amor y el desamor, las traiciones, el éxito familiar y profesional, la enfermedad, los problemas económicos y muchas cosas más. Temas duros, complejos, profundos, difíciles, pero contados con un gran sentido del humor y con muchísima ironía. Como no podía ser de otra forma tratándose de Marian Keyes.
En definitiva, una historia que sin duda os recomiendo, creáis o no en el karma. Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.