Hoy me he puesto mi mejor camisa y he salido a tentar la suerte. Y, creedme, la tarde no se ha dado mal. La camisa me queda muy bien. Es de hechura entallada y lleva un estampado de cuadros vichy blancos y negros. En las vueltas del cuello y de la botonera tiene una cenefa de flores blancas sobre fondo malva. Es un detalle fantástico, atrevido y al mismo tiempo discreto, que le da mucha personalidad. Me gusta como me queda. Como el algodón es muy bueno, resulta cómoda y muy fresca, ideal para el verano, y me hace juego con la barba. Creo que me favorece, aunque esto tal vez esté mal que yo lo diga. No es una vulgar camisa de Zara ni nada parecido, no os confundáis. Es una camisa de marca. Me costó un dinero, aunque la compré de rebajas, pero mereció la pena. Me gusta ponérmela dejando los dos botones de arriba sin abrochar y salir a tentar la suerte. Vestirme con la camisa de cuadros vichy blancos y negros con la secreta cenefa de flores y echarme a la calle, a ver cómo se da la tarde. Paseando con ella soy mejor persona. Me ayuda a sentirme seguro, a hablar con la gente, a sonreir, a apreciar las pequeñas cosas. Siento hasta que respiro mejor. La camisa me reconcilia con el mundo, creédme que no exagero. Me costó una pasta indecente aun comprándola de rebajas pero a la larga ha sido una buena inversión. Hoy me la he puesto y me he dicho “venga, vamos a desafiar a la diosa Fortuna” y sin pensarlo dos veces me he bajado al parque lleno de buenas vibraciones. Y la tarde no se ha dado mal. En media hora han pasado por el parque tres perros pequeños de mierda, un labrador y un perrazo como una casa que según el dueño era un mastín, aunque yo creo que no era de pura raza. Todos han hecho sus cosas en mitad del césped, en los caminos de tierra o arrimados a los árboles, que en el parque son principalmente de dos tipos, álamo negro y plátano de sombra, y yo, con mi mejor sonrisa, he pedido permiso a los dueños y a las dueñas y he recogido las cacas en unas bolsitas de plástico diseñadas específicamente para esta tarea. Las cacas resultaron muy variadas en cuanto al tamaño, no tanto en la forma, pero todas tuvieron una consistencia aceptable. La del mestizo de mastín resultó ser la más grande y pesada, en ese aspecto no ha habido sorpresas. Pero no me puedo quejar, la tarde se ha dado francamente bien. Cada día estoy más convencido, la camisa me trae suerte.