Mi viaje a Nueva York en siete días (II)

Por Obe @ObeBlog

¡Seguimos en Nueva York! Ya saben el viaje soñado y celebrando mi 25 Aniversario de Boda con mi familia (ver primera parte aquí). 

Estamos en el cuarto día y, sin saberlo, me esperaba una noche para no olvidar. La mañana empezó visitando el famoso edificio Flatiron que nos sorprendió gratamente y seguidamente pusimos rumbo hacía el Washington Square Park, donde gracias al día tan soleado (tuvimos muy buena suerte con el tiempo), disfrutamos de un pequeño concierto de un músico ¡que había decidido trasladar su piano hasta aquel parque! 




El itinerario continuó  por los barrios de moda de Nueva York: el Nolita y El Soho, con la arquitectura típica de las casas neoyorkinas e infinidad de tiendas de moda, vintage, etc…




Nuestra próxima parada: Greenwich Village, barrio conocido por la fachada de la serie Friends (nº90 de la Calle Bedford y esquina con la Calle Grove), la casa de Carrie de la serie Sexo en Nueva York (nº66 Calle Perry) y como no, la famosa pastelería Magnolia Bakery (recomendadísimos sus cupcakes). 






Para almorzar nos acercamos al Chelsea Market, donde se puede encontrar una gran variedad de locales de comidas riquísimas de todos los países. En mi caso opté por un bocadillo de langosta (espectacular) y mis hijas y marido por unos tacos mexicanos (buenísimos también). Añadir que la decoración de Halloween, que en Nueva York es una de las grandes fiestas del año,  estaba muy lograda. Los neoyorkinos decoran las fachadas de sus viviendas hasta con pequeñas tumbas y esqueletos tanto humanos como de cualquier tipo de ser viviente. ¡De lo más!


Para bajar la comida recorrimos el High Line, un parque construido sobre unas vías de ferrocarril abandonadas. Desde ahí cogimos el metro para dirigirnos a Brooklyn a conocer el mítico Brooklyn Bridge. Un apunte: el metro (adquirimos una tarjeta semanal de unos 30 dólares sin límite de viajes) es muy fácil de usar si tienes claro si vas Uptown o Downtown y nos pareció un transporte público bastante correcto a pesar de los comentarios negativos que habíamos leído sobre la suciedad del mismo y sus famosas ratas e inexistentes para nosotros).

Del puente (llegó a ser el puente colgante más grande del mundo y el primero suspendido mediante cables de acero) decirles que siempre está muy transitado, aunque en nuestro caso nada nos impidió hacernos las fotos soñadas con la fortuna que nos coincidió con un día espectacular y un cielo completamente azul.

  

Después de muchas fotos nos separamos, ya que mi marido y yo teníamos una reserva en un crucero nocturno con cena por el río Hudson (toda una sorpresa para mí, ya que hasta la mañana de ese mismo día no sabía nada).  Mientras nos arreglábamos, mis hijas se quedaron por Brooklyn visitando la zona Dumbo, a los pies del puente.

Para nosotros la velada fue ideal hasta el punto que nos acompañó una inolvidable luna llena que parecía descansar sobre los mismísimos rascacielos de la isla de Manhattam. Caviar, champán y ostras no faltaron en un menú exquisito. Aunque hacía un poco de frío no dudamos en salir al exterior del barco para contemplar de cerca la majestuosa Estatua de la Libertad, mientras sonaba el icónico New York, New York de Frank Sinatra. ¡Una noche para guardar en la memoria que no olvidaré JAMÁS!





Quinto día en la ciudad que nunca duerme. Desde Lanzarote habíamos contratado por internet la excursión denominada 'Contrastes' ya que pensamos que sería una buena forma de conocer todos los distritos de Nueva York que de otra manera no podríamos haber hecho: Harlem, Bronx, Queens y el barrio judío de Brooklyn. Te llevan a lugares como el estadio de los Yankees, a los famosos grafitis del Bronx o a Flushing Meadows, entre otros lugares.


Terminamos la excursión en Brooklyn ya que además de querer cruzar el puente andando, queríamos probar la renombrada pizza de Grimaldi’s, que hicimos después de esperar casi una hora en la cola. Conclusión: está buena, pero no la mejor que hemos probado. Hablando de pizzas debajo de nuestro hotel teníamos raciones por un dólar que nos zampábamos como cena en nuestra habitación y a nosotros nos sabía a gloria.




El paseo a pie por el puente de Brooklyn fue agradable y obligado si vas a Nueva York (en algunos puntos del recorrido podrás encontrar souvenirs más baratos que en la ciudad). Por cierto, un carril está destinado exclusivamente para las bicicletas así que no te despistes porque te pueden arrollar. ¡Algunos van como locos!



Como era viernes, decidimos ir al museo de arte contemporáneo el  MOMA (gratis ese día de 16.00 a 21.00 horas). Una pésima idea puesto que había demasiada gente sin interés alguno en disfrutar del arte.  Te recomiendo que si de verdad te interesa visitar este museo no vengas en este horario, nosotros tardamos más en hacer la cola que en abandonarlo. Al salir, buscamos algo calentito para merendar: un delicioso donut que nos dio la energía suficiente para seguir disfrutando de la tarde.El sábado nos tocó lluvia (ya estaba anunciada) por lo que optamos por volver a otro de los Century21 de la ciudad para terminar de hacer algunas compras. El mal tiempo nos llevó hasta el Museo Americano de Historia Natural, que también estaba hasta los topes.

Ya empezaba a notarse el hambre, así que optamos por probar los famosos bagels. Entramos en un local que se llamaba Bagel Talk y nos encantó, con el frío que hacía ese día, nada mejor que algo calentito para el cuerpo. Para el postre fuimos a Levain Bakery, lugar perfecto para los amantes del dulce y el chocolate. Hacen unas galletas de chocolate espectaculares y muy grandes. 




Acabamos la jornada en Times Square (como casi todas las noches porque nos quedaba de paso hacia el hotel) y como seguía lluvioso visitamos algunas tiendas que aún nos quedaban pendientes.Último día en Nueva York. Como no teníamos que irnos al aeropuerto hasta las tres de la tarde nos dio tiempo de conocer el mercadillo multicultural que se instala cada domingo a lo largo de la Octava Avenida y en el que aprovechamos para comprarnos por 10$ dos camisetas con el eslogan 'I love New York'. Por suerte, también pudimos ver el mercadillo navideño y la pista de patinaje de Bryant Park inaugurado el día anterior. Por supuesto, que mis hijas no dudaron ni un momento en alquilar los patines para disfrutar de la pista de hielo.  Fue uno de sus momentos favoritos de todo el viaje. 


Como última comida repetimos con las hamburguesas del Shake Shack. Para el viaje de vuelta al aeropuerto elegimos uno de los vehículos de Uber (muy recomendado si encuentras algún descuento, ya que nos costó 40$ frente a los 70$ del taxi de la ida).En definitiva, un excelente viaje que habíamos preparado con mucha ilusión ya que hacía muchos años que no viajábamos todos juntos y que coincidía con los 25 años de casados. La ciudad no nos defraudó. Evidentemente nos faltaron por visitar muchísimos lugares o  asistir a un musical en Broadway. Pero así tenemos otra excusa  para volver. Porque ya saben, al menos yo les toqué los .... al toro.


(Este post no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda de mi hija María)

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