Actualmente encontramos tres tipologías; el cemento pulido (con un espesor mínimo de cinco centímetros), el pandomo (de unos milímetros a centímetro y medio) y por último la tipología que nos ocupa, el microcemento (de escasos milímetros, siendo el más fino y versátil).
Se trata de un polímero de alta resistencia a base de cementosa, cuarzo finamente molido y resinas de alto rendimiento. El éxito que está teniendo este material en los últimos años se debe además de a su calidad a su versalilidad, ya que sus usos son múltipes. Puede ser aplicado en cualquier tipo de superficie, tanto en obra nueva sobre los soportes tradicionales, hormigón, ladrillo cerámico, pladur etc… como en rehabilitación sobre soportes existentes, azulejos, porcelanas, vidrios, madera metal etc… tanto en interior como en exterior, incluyendo acabados de piscinas y duchas. Se aplica como acabado en paramentos horizontales y verticales dejando una superficie lisa, sin juntas, de fácil mantenimiento y limpieza y sin que suponga una pérdida de superficie útil en el interior de viviendas. Otra de sus ventajas es la agilidad de su puesta en obra, reduciendo los tiempos de ejecución considerablemente.
Además de ser un producto de alta resistencia, también es flexible, lo que evita la aparición de griegas y fisuras. Por otra parte como ya hemos dado a entender, es totalmente impermeable y resistente a productos abrasivos.
Por su mínimo espesor, contribuye a no introducir grandes diferencias en las hipótesis de carga, evitando de esta manera recálculos innecesarios.
La única limitación que encontramos a este producto es su aplicación, puesto que ha de hacerse por personal cualificado. Este punto es determinante para garantizar unos acabados durables y de calidad.
Por: Mario Ortega Pascual