"La cárcel es el infierno, el carcelero es el diablo, los jueces los que condenan, y ellos son los condenados." Melchor de PalauEl polifacético y multipremiado director inglés Alan Parker, que desde el 2003 está alejado de la realización cinematográfica, no sólo ha dejado obras de gran calidad, sino títulos que son referentes para temas como la educación, la música y los derechos civiles, como podemos observar en películas como La vida de David Gale (2003) o en The Wall (1982), las únicas que visto hasta ahora de este director, productor, guionista y actor nacido en Londres, en el seno de una familia obrera, que desde su juventud se conectó con la publicidad, dándole paso al cine con obras como Midnight Express, la cual vamos a reseñar a continuación.
En la inestable Turquía de los años 70, el joven Bill Hayes (Brad Davis) es arrestado por llevar varios kilos de hachis, infortunadamente, y como parte de la política de cambio del país, el joven recibe una fuerte condena, tres años en su primera parte y más de treinta cuando está finalizando ésta, Hayes, recibirá los peores tratos, vejaciones y una visión brutal de los turcos y de tal país. La pesadilla se irá haciendo cada vez fuerte, insostenible, y ni la intervención de su padre, gobierno, novia, abogados y demás, servirán en los esfuerzos de liberar a este hombre; la locura finalmente se apoderará de éste, y en este punto encontrará su salida, su Expreso de Medianoche, como lo indica su título.
Guión absolutamente lineal, con varios giros que irán pesando en el destino de este hombre, e iremos adentrándonos en su fractura emocional, y en la dantesca prisión - barrio, en la que debe convivir con la esperanza y la desazón de otros presos.El neozelandés Michael Seresin, es el encargado de diseñar el trabajo fotográfico para esta obra, como en la mayoría de las que dirigió Parker; con un estilo que se decanta por lo naturalista y un dramatismo que va evolucionando con la historia; impecable en su técnica y mucho más mesurado en la propuesta, el cinematógrafo, logra empatar tanto el ambiente decadente de la cárcel como del realismo de la misma, optando por la neutralidad en el color y en el mismo manejo lumínico.Otro de los puntos fuerte de este largometraje, y por el que recibió elogios, nominaciones y premios, es la música compuesta por Giorgio Moroder, sintetizadores, sonidos electrónicos, que se ajustan a los momentos más tensionantes como a los emotivos, como los podemos notar en el inicio del largometraje o en su elocuente final. También cabe destacar el diseño de producción, y los escenarios naturales de Estámbul, resaltando la decadencia moral y mental del protagonista como de los mismo turcos, por lo menos de los prisioneros y guardias.