Miedos infantiles

Por Centro Psiconet

El miedo es una emoción universal, necesaria para el desarrollo evolutivo, para la adaptación al medio, y por supuesto, para la supervivencia. Sin la emoción del miedo seguramente el ser humano se hubiera extinguido, pues es el miedo el que hace que nuestro cuerpo perciba peligro y busque maneras de ponerse a salvo. Sin embargo, hay momentos y situaciones en las que el miedo puede llegar a ser desadaptativo y general un gran malestar.

Los seres humanos estamos predispuestos a asociar respuestas de miedo a determinados estímulos “estímulos preparados”, son situaciones que suelen implicar peligros, y son más frecuentes en edades escolares (Ohman, 1987)

Los miedos tienden espontáneamente a extinguirse a medida que avanza el curso evolutivo, aunque sucede también que en algunos niños estos miedos no desaparecen.

Hay que pensar en miedos asociado a edades funcionales y sociales, es decir, en cada etapa evolutiva se debe afrontar nuevos tipos de miedos, que surgen tras nuevas exigencias.

Según la etapa evolutiva en la que se encuentre el niño tendrá unos miedos más comunes que otros. Así pues, los miedos más comunes según la etapa evolutiva en la que nos encontremos serán:

  • Entre los 0-12 meses los miedos más comunes son a la pérdida de apoyo, sonidos fuertes, alturas, extraños y a la separación.
  • Entre los 1- 2 años y medio: El miedo a la separación de los padres aumenta a los 2 años, también aparece el miedo a extraños, a las tormentas y a algunos animales.
  • Entre los 2 años y medio-6 años: Predominan los miedos a seres imaginarios y animales salvajes, a la oscuridad y a quedarse solo.
  • Entre los 6- 11 años cobran especial relevancia los miedos de sangre, inyecciones, heridas, salud y los relacionados con el colegio
  • Entre los 11-13 años se incrementan los miedos sociales y escolares, se inician los relacionados con la autoimagen y los miedos relativos al rechazo y fracaso.
  • Finalmente, entre los 13-18 años se mantienen los relacionados con la autoimagen y rendimiento personal.

Los factores implicados en el origen de los miedos pueden ser la herencia, el ambiente familiar, experiencias de aprendizaje previo, información verbal, etc. Así como que las respuestas de miedo también se pueden adquirir y potenciar por condicionamiento clásico, modelado (aprendizaje observacional) o por información negativa (instrucciones verbales de familiares, amigos o TV)

En la mayoría de los casos los miedos suelen descender y desaparecer, pero en muchos casos estos llegan a la edad adulta y pueden llegar a perturbar a la persona que los padece, limitando las actividades en su vida cotidiana.

Los miedos suelen desaparecer por una exposición a estos, lo cual genera que se dé un proceso de habituación, que hace que la respuesta de ansiedad desaparezca… sin consecuencias traumáticas para el niño.

Si cree que su hijo o hija puede tener dificultades a la hora de manejar sus miedos, bien porque éstos sean muy intensos, bien porque se siguen manteniendo a pesar de que por etapa evolutiva se consideren ya superados, o bien porque le afectan a más áreas de su vida diaria y le impiden un correcto desarrollo, no dude en acudir a un psicólogo que le podrá informar acerca de todos los mecanismos implicados en el desarrollo y mantenimiento de los miedos infantiles.