Una de las mejores maneras que conozco para acortar una larga espera es sacar el lápiz, el cuaderno, buscar un buen punto de apoyo (importante) y ponerme a dibujar. El resultado no es tan importante como la satisfacción de mirar el reloj y ver que ya han pasado tres horas y ese avión que tanto tarda está a punto de llegar. Además, sale más económico que las cafeterías de los aeropuertos de los coj**** (… se pasan tres pueblos!).
Y ahora, ya de regreso, a experimentar…