La propuesta no me puede venir mejor, como anillo al dedo vamos. Como el día 28 de febrero se celebra el día de mi tierra, Andalucía, nos han propuesto celebrarlo un poquito antes, hoy, publicando en nuestros blogs una receta típica andaluza y, por tanto, TS. Y desde el momento que me llegó tuve clarísimo cual era la receta que iba a cocinar...o a intentarlo...
Yo me he criado en Almería, allí pase mis años de infancia y adolescencia y guardo muchos buenos recuerdos. Allí aprendí a cocinar con mi abuela, hice mis estudios, tuve mis primeros amigos y amores...Almería es la tierra del sol por excelencia, del desierto lunar de Tabernas y de los invernaderos, de las tapas y la alegría y de ese acento con la boca abierta que es inconfundible.
Llueve mas bien poco, por no decir casi nunca, pero si llueve siempre recuerdo dos cosas. La primera, que su río Andarax (el que reza "andarax andarax y no te mojaras" de lo seco que va) se desborda porque ya que nos ponemos a llover "que caiga el mar en dos gotas, una pa' mojarnos y la otra pa' asustarnos". La segunda es que se oye en la calle "está lloviendo...¡pues habrá que hacer migas!"
Es matemático. El almeriense, nada mas que ve acercarse el nubarrón de lluvia se escapa a la tienda a comprar todos los "avíos" para hacer migas. Y si no eres de allí, ni te molestes en entenderlo. eso es tan verdad como el teorema de Pitágoras. Así que, con lo que llueve aquí (en Holanda) y con las ganas que tenia de probar a hacerlas, aquí venimos hoy con una tapa de migas de Almería. Porque ese es otro de los recuerdos que tengo, un bar detrás de la oficina de Correos que ponía una tapa de migas riquísima acompañada de sidra.
Inspirada en ella y en mis recuerdos, os traigo mi versión. Hay que tener en cuenta que las migas tradicionales de Almería se hacen siempre con harina de sémola y se acompañan de muchas cosas: sardinas, aceitunas, chorizo, morcilla, panceta, rabanitos, uvas...No son nada fáciles de hacer para que queden en su punto pero diré que para ser la primera vez, siguiendo las indicaciones que le pedi al hermano de mi amiga Elena, no me han quedado mal. Seguro que a la próxima, con el maestro al lado, me salen de vicio.
Ingredientes: 1 vaso harina de sémola; 1 vaso agua; 1/2 vaso AOVE; 1 pimiento rojo alargado; 1 cabeza ajos (12); 12 choricillos; 100 g panceta en tiras pequeñas; sal; uvas.
Preparación: En una sarten pequeña freír por separado los choricillos y la panceta con una cucharada de aceite hasta que estén bien dorados. Retirar del fuego y reservar.
En otra sarten poner el aceite a calentar y freír el pimiento, limpio de semillas y cortado en trozos, hasta que este tierno y tostado por ambos lados. Retirar del aceite y reservar.
Colar el aceite y pasarlo a una sarten profunda (normalmente se usa una "paila" pero yo lo mas parecido es la del wok así que es la que he usado). Poner a calentar y sofreír los ajos (les dejamos la piel y les damos un golpe con el dorso de la mano para que casquen) hasta que esten dorados. Retirar del aceite y reservar.
En el aceite caliente añadir un puñado de la harina de sémola y, a continuación, el agua con cuidado para que no salte. Cuando hierva, añadir sal y 3/4 de la harina de sémola de golpe y empezar a remover con una espátula de madera de forma continua. Al principio se forma como una masa densa que a fuerza de remover se va soltando. Cuando llevemos un rato deshaciendo la masa añadimos lo que falta de la harina de sémola y seguimos removiendo durante unos 15-20 minutos. Debe quedar una consistencia suelta (parecida al cous cous).
Cuando estén casi hechas añadir los ajos, rectificar de sal y remover. Servir en cazuelitas individuales acompañadas de los choricillos, la panceta, los pimientos y unas uvas. Ah y un vinito moscatel en mi caso porque sidra no tenia jejejeje.
Pues con esta receta tan estupenda participo en la iniciativa #ojúquéricoTS y vamos a ver que otras delicias han preparado mis compis. Oleeeeeeeeeeeeeee