Miguel adrover, el creador errante

Por Redespress60

Ser libre le permite permanecer fiel sí mismo, y rechazar contratos millonarios que no son filosóficamente afines. Su ropa -cargada de ideas de reciclaje y cortes impolutos- está impregnada de un mensaje humanizador y respetuoso acorde a su moda de vida...

El destino del modisto Miguel Adrover, mallorquín afincado en Nueva York, parece ser el constante cambio, la permanente lucha por salir adelante. Su historia fue comparada con la de La Cenicienta cuando, en 1999, su trabajo como diseñador era descubierto por la todopoderosa directora de moda de la edición americana de la revista Vogue.

Miguel Adrover nació en Calonge, un pequeño pueblo de las islas Baleares. Muy pronto abandonó la escuela para dedicarse al cultivo de almendras en la granja familiar. De Mallorca saltó a Londres, donde entró en contacto con la escena underground de los neopunks y new romantics. Puede que ahí resida parte de su esencia creativa; a base de contacto con una sociedad multicultural, de amplio mestizaje en la que expresarse con mensajes potentes.

A principios de los noventa, de Londres se mudó a NYC, donde empezó a reciclar prendas. Vestidos a base de trenchs Burberry y reinterpretaciones de los bolsos Louis Vuitton fueron algunos de sus hitos. Un ejercicio de construcción autodidacta que levantó la apuesta al diseño de vanguardia; propuestas de volúmenes imponentes rellenas de contenido y alegorías sobre la industria de la moda, sus elevados costes y el poder de una segunda vida -tan digna como artística- para las prendas.

Corría la década de los noventa y junto a su socio Douglas Hobbs abrió Horn, una tienda que alcanzó la categoría de templo de culto para las compras. El emplazamiento idóneo para presentar al mundo las propuestas más arriesgadas y atrevidas; un espacio del que colgaban auténticos objetos de deseo, como las creaciones de un joven Alexander McQueen.

En 1999 Miguel Adrover presentó su primera colección: Manaus-Chiapas-NYC. Le siguió Midtown, una colección como metáfora de lo heterogéneo de las calles de Nueva York. Las críticas aplaudieron el talento de Adrover, tanto que para mayo de 2005 ya sostenía con sus manos el Perry Ellis, máximo galardón otorgado por el Council of Fashion Designer of America. No tardó en acudir la parte empresarial, y Pegasus Apparel Group respaldó económicamente la aventura de Adrover. Las colecciones seguían gozando de una fantástica aceptación hasta dar con Utopía, una propuesta centrada en la cultura islámica demasiado cerca de los atentados de las Torres Gemelas. Los términos se confundieron, y se empezaron a ver demasiadas similitudes y vínculos entre la colección de Miguel Adrover y un posicionamiento en favor del terrorismo. La escalada de infortunios se disparó en apenas medio año: la compañía se disuelve por falta de liquidez, mala gestión y por una incompatibilidad de sensibilidades entre clientela y propuestas.

De imaginarte sin papeles a triunfador en la Fashion Week de Nueva York y con un 11-S que le sacó de la ciudad para refugiarse en su paraíso personal, Luxor, en Egipto, donde trabajó ocho meses de taxista, con su carro y su caballo. Alimentado por la autenticidad de un modo de vida simple, se reinventó para continuar creando. En 2004 aterrizó en su Mallorca natal, diseño, reformó y abrió un bar de copas: Es Jaç, un antiguo burdel que compró junto a su abuelo pero que la ley anti-tabaco perjudicó.

Miguel Adrover lleva varios años colaborando con la eco-marca alemana Hess Natur, una firma auténticamente verde 'que me ha aportado experiencia, autocontrol y colaboración'. La incansable búsqueda de la conciencia a través de la moda. Adrover presentó una nueva colección en el marco de la Semana de la Moda de Nueva York en 2010. La voluntad de Adrover era la de establecer un nuevo contacto con la moda, y para ello precisaba de un nuevo lenguaje: las modelos esparcían por la pasarela montones de billetes en una incisiva y mordaz crítica al entorno consumista que nutre la moda.

Su visión de la multimillonaria industria textil no es la que domina nuestros armarios, pero resulta muy deseable. 'La industria debería reflejar la realidad, fundir costumbres y culturas para que la clase y el estatus pierdan poder visual. Así el acercamiento sería humano, no clasista ni cultural', afirma Miguel, quien no siempre ha sentido afinidad con los poderes económicos.

Fuentes : Wikipedia - Hola! - El País - Naturmode