Seguro que ya has escuchado hablar del mindfulness, habrás oido o leído muchas cosas al respecto. Pero, ¿te ha quedado claro en qué consiste? El mindfulness, también llamado “Atención plena” realmente no es algo que se haya inventado ahora. Sus raíces son milenarias ya que procede de la meditación.
¿Qué diferencia hay entonces entre la meditación y el mindfulness? El mindfulness es el término científico que se le ha otorgado a prácticas concretas de la meditación. La ciencia, por su puesto, se ha centrado en lo que se puede medir, y en lo que se puede comprobar que tiene beneficios para nuestra salud.
La meditación tiene un significado menos preciso, puesto que dentro de la meditación existen multitud de prácticas diversas. En definitiva, el mindfulness se utiliza especialmente para cuando nos movemos en términos científicos o académicos.
El concepto “mindfulness” proviene de la traducción en inglés de Sati, que es un término del idioma Pali, que significa conciencia, atención y recuerdo. En el idioma español se traduce como “Atención plena”.
Se han aportado muchas definiciones a este concepto. Podemos decir que su esencia va mucho más allá de las palabras. Su importancia radica en vivir la experiencia personal de lo que tanto intenta ser descrito. Su pilar básico gira en torno a la toma de conciencia del momento presente.
Es importante aclarar que el mindfulness, al contrario de lo que puede pasar con la meditación, no tiene relación con lo espiritual, lo transpersonal, ideales o creencias religiosas Cualquier persona que esté interesada en mejorar su bienestar personal, y adquirir una actitud ante la vida que le resulte más beneficiosa; la práctica de la atención plena puede serle de gran ayuda.
En el siguiente texto desvelaremos el objetivo del mindfulness y sus beneficios, los cuales han sido comprobados por la ciencia, y muchos profesionales del ámbito de la salud ya lo están llevando a la práctica con sus pacientes. También veremos en qué consiste y que se necesita para practicarlo.
El objetivo del mindfulness
Se ha hecho mucha teoría sobre el mindfulness, pero esto realmente no es lo que nos va a ayudar. Leer al respecto sobre esta práctica nos puede motivar y guiar para realizarlo, pero para comprender realmente de qué se trata, aplicarlo a la experiencia es totalmente imprescindible. Tal y como nos indica el budismo: las palabras son sólo el dedo que apunta hacia la luna, no la luna misma. Hay que saber que para poder conocer realmente esta práctica, hay que llevarla a cabo.
El mindfulness tiene como objetivo esencial prestar atención de una manera especial, de una forma intencionada, para atender exclusivamente al momento presente, sin juzgar. Esto nos lleva a experimentar lo que estamos viviendo, a poder observarlo, siendo conscientes de lo que se produce en nuestra mente momento a momento.
En el contexto terapéutico la atención plena se centra en tres vertientes básicas como son: la conciencia, la experiencia del presente y la aceptación. Esto supone ejercitar nuestra mente para que se encuentre en un estado al que no estamos acostumbrados, resultando peculiar, para permanecer en él durante un periodo considerable de tiempo.
Al ejercitar esta práctica se pretende, tal y cómo ha sido comprobado, que se produzcan (a medio y largo plazo) cambios perdurables en nuestro funcionamiento cerebral. La investigación neurobiológica ha demostrado como los cambios que se producen en nuestro estado se transforman en cambios de rasgo. Algo realmente sorprendente y esperanzador. Sabiendo esto, pocas personas podrán justificar comportamientos indeseables con la típica frase “es que yo soy así, ya no lo puedo cambiar”.
El objetivo es que aprendamos a conectar con nosotros mismos, a alejarnos de las excusas, de los juicios y las quejas. Para acercarnos mejor a nuestra realidad, sin que la veamos como buena o mala, sino simplemente como lo que es, sin juzgarla. Esto nos lleva hacia el camino de la aceptación, sin resignación. Esta visión que es capaz de producir cambios importantes y duraderos en nuestra mente, ¿cómo se manifiesta en nuestras vidas? Lo veremos a continuación…
Qué beneficios nos aporta su práctica
Los beneficios que se obtienen con la práctica del mindfulness podemos comprobarlos a medio y largo plazo. Requiere de un esfuerzo y compromiso por nuestra parte obtener los resultados deseados. Las expectativas y la impaciencia hay que dejarla a un lado, pues son enemigos de este proceso que se extiende en el tiempo. El principal beneficio que adquiriremos con la práctica es el de calmar la mente para ver con claridad.
¿Qué supone calmar la mente?, te estarás preguntando, ¿y ver con claridad? Esto es algo bastante profundo y como hemos dicho anteriormente podremos explicártelo pero lo que importa es que lo vivas y lo experimentes, solo así podrás comprenderlo.
Habitualmente nuestra mente no se encuentra en un estado de calma. En el mundo en el que vivimos la agitación es continua. La ciencia tiene un concepto para definir a este estado de nuestra mente, lo llama “mente de mono” Esto tiene relación con los pensamientos que van pasando por nuestra mente ininterrumpidamente, el soliloquio que mantenemos con nuestros pensamientos sin ningún tipo de orden, repitiéndose una y otra vez.
No estamos hablando de meros pensamientos que nos ayudan a reflexionar, y a solucionar problemas, estamos hablando de esos pensamientos que todos conocemos, que nos inundan y nos generan ansiedad, que sentimos que nos controlan y nos dominan. El problema que tienen estos pensamientos es que acentúan nuestros problemas y acaban por desesperarnos, al sentirnos atrapados en ellos.
Por un lado está nuestra mente caviladora que se preocupa en exceso por lo que sucederá en el futuro, por otro lado está la nostalgia y el apego que nos llevan constantemente a permanecer en el pasado, lo que nos provoca rumiación (pensamientos en bucle sobre lo sucedido en el pasado). Vivir así, en este estado, como hemos aprendido, supone que no podamos centrarnos en lo que sucede en el momento presente. La cavilación y la rumiación nos generan una ansiedad que acaba desembocando en diversos tipos de psicopatologías.
Esta forma de estar en la vida, que supone que no podamos centrarnos en nuestro presente, tiene como consecuencia evadirnos de la realidad, de lo que está aconteciendo a cada instante en el momento que vivimos.
Por esta razón, la calma mental a la que nos lleva la práctica del mindfulness puede cambiar estos procesos mentales con los que estamos habituados a vivir. Para situarnos en la experiencia y en lo que estamos viviendo debemos aprender a centrar nuestra atención, dirigiéndola al sitio preciso, incrementando su potencia; para ver con mayor claridad nuestra realidad, sin juzgarla como buena o mala. A esto es posible llegar (tal y como se ha comprobado) gracias a la práctica del mindfulness.
Llegar a este estado nos ayuda también a conectarnos mejor con los demás, gozando de una mayor empatía y compasión. Lo cual nos lleva a que tengamos relaciones más profundas, honestas y satisfactorias.
Qué necesitamos para practicar el mindfulness
Hoy día existen multitud de posibilidades para practicar el mindfulness, puesto que es posible hacerlo tanto en un lugar especializado, con profesionales que nos guíen, como en nuestra propia casa. Eso ya depende de lo que más nos apetezca y como más cómodos nos sintamos.
Si decides hacerlo en casa, te vamos a dar algunas indicaciones para que comiences tu compromiso con esta práctica:
Comienza eligiendo un lugar adecuado: en el que te sientas con la máxima comodidad posible. Acondiciona el lugar con olores, figuras representativas, luz tenue; y lo más importante, que el lugar esté alejado de ruidos y posibles distracciones.
Resérvalo exclusivamente para ti, y haz de él tu lugar en el que podrás concentrarte y relajarte cuando lo necesites.
Comprométete con un momento al día: elige un momento del día para realizar esta práctica de forma diaria. Intenta que cada día sea en el mismo lugar y en el mismo momento, esto facilita que te concentres antes y obtengas un mayor compromiso contigo.
Encuentra una postura cómoda: no te compliques con la postura, no hace falta que desde el principio sea la que utilizan los más expertos. Lo importante es que puedas estar durante al menos media hora en esa postura sin que te provoque malestar muscular. Procura que con la postura relajes los músculos y te ayude a eliminar las tensiones, intenta estar con la espalda recta pero sin que esté totalmente rígida.
Utiliza un temporizador: esto sobre todo al principio te ayuda a controlar mejor los tiempos para que puedas despreocuparte. Tú eliges, 15, 20 o 30 minutos. El tiempo con el que te quieras comprometer para dedicárselo exclusivamente a la atención plena. El tiempo puedes elegir al principio algo menos e ir aumentando conforme vayas adquiriendo más experiencia. Una vez que lo elijas, dedícate por completo a la práctica, con plena concentración, y ya te avisará el reloj.
Estos son los aspectos esenciales a tener en cuenta para comenzar con la práctica de la atención plena. Hay mucha diversidad de ejercicios que puedes encontrar por internet y libros especializados. Busca el foco de atención, donde situar tu mente para que practiques tu encuentro permanente con el presente. Aprende a observar tus pensamientos, tus sensaciones corporales, a centrar toda tu energía en el silencio o en una melodía. Las posibilidades son tan variadas como tu mente sea capaz de imaginar. Lo más importante es que aprendas a tomar conciencia del momento presente, pase lo que pase, sin escapar de él.