¿Que se obtendría si alguien nos fotografiara en el momento en el cual estamos mirando una foto en la cual otras personas están mirando una obra de arte que a su vez mira las personas que la están mirando?… esto es lo que he llegado a pensar cuando estaba inmerso en las salas del Guggenheim de Bilbao (hasta el 19 de enero) dedicadas a la fotografía de Thomas Struth. ¿Y si volviéramos a hacer lo mismo hasta el infinito? Obtendríamos un abismo de miradas que miran como cuando de pequeño, con mis primas, nos poníamos en el medio de dos espejos que se reflejaban en el cuarto de dormir de mi abuela, restituyéndonos un abismo recursivo de nuestras personas.
La exposición en el Guggenheim de Bilbao
La retrospectiva que el Guggenheim de Bilbao dedica al fotógrafo Thomas Struth es realmente impresionante e imperdible; una importante cantidad de imágenes, agrupadas en un conjunto de temáticas que espacian desde el retrato a los paisajes, pasando por retratos a animales muertos, paisajes tecnológicos, casi macros y sobre todo imágenes que muestran miradas que miran en una mareante espiral en la cual quien mira pierde la orientación, hasta llegar a cuestionarse su propio rol en este cuadro de realidad “Escheriana”. A continuación, dejo alguna consideración sobre las series que más me han atraído.
Nuevas imágenes del paraíso
Se trata de imágenes de grandísimo formato que retraen una selva “anónima” en todos sus detalles; se trata de fotografía inmersiva en el sentido que el espectador tiene la sensación de entrar en aquellos lugares y el proceso que se desarrolla no tiene nada a que ver con la contemplación visual, sino que se acerca más a un viaje meditativo o un viaje en el tiempo porque en nuestra mirada no tenemos ninguna referencia que pueda condicionar nuestra perspectiva o juicio.
Naturaleza y Política
Esta serie y en particular las imágenes de los laboratorios de investigación espacial, plantas de energía nuclear, laboratorios tecnológicos, quirófanos y plataformas de perforación, son para mí la pieza más fuerte de toda la exposición. El artista ha fotografiado con muchísimo cuidado, detalle, curiosidad y con una fabulosa capacidad de observación y síntesis de espacios complejos: estaciones de trabajo, experimentos científicos e híper-tecnológicos, nuevos desarrollos, investigaciones, procesos de medición e intervenciones que, en algún momento futuro, de forma directa o indirecta, entrarán en nuestras vidas y cambiarán su curso. Se trata de lugares e infraestructuras que normalmente nadie ve porque nadie puede acceder a ellos que, bajo la interpretación visual del fotógrafo, adquieren una insospechable belleza visual hecha de formas, colores y complejidad. Thomas Struth se enfoca en experimentos complejos cuando todavía son prototipos, para transmitirnos la importancia del enfoque “prueba y ensayo” como herramientas para transformar la sociedad contemporánea y explora la estética de la vanguardia tecnológica, la experimentación y la innovación en la actividad humana.
Retratos de la muerte
Para mí, la segunda serie más impactante presentada en el Guggenheim es la que retrae los animales tenidos en cautividad y muertos por causas naturales, antes que les hicieron la autopsia en el instituto zoológico Leibniz. La primera sensación que he tenido es de rechazo. Luego me fijé en la dignidad que desprendían estos animales y que fue una clara intención de Struth, a través de poses cuidadosamente buscadas y con una toma desde el alto. Deteniéndome delante de estas imágenes, me fijé luego en pequeños detalles de desgarro en la exterioridad de estos animales que muestran la fragilidad y la sacralidad de la vida, ofreciendo una imagen del pasaje entre la vida y la muerte.