Pues sí, yo también tengo obsesión con las cajas de todo tipo. Bonitas y feas. Cualquier contenedor donde se puedan meter cosas. Sobre todo las que tienen muchos compartimentos. Hasta una vieja caja de herramientas de plástico gris. Una fiambrera bento de metal y un neceser que se me quedó pequeño para su uso.
Me debato entre deshacerme de los más feos y uniformizar un poco el guardado de las cosas (con las famosas cajas blancas de Ikea, por ejemplo, tan fáciles de colocar en la estantería) o hacerles un lavado de cara con algo de pintura y seguir con esta estética variopinta.
¿Tú qué harías?
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Mis cosas y el minimalismo (III), es un artículo publicado en el blog de Montse Llamas
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