Final de la gran obra maestra de Carl Theodor Dreyer, Ordet, película imprescindible de 1955 (León de Oro en el Festival de Venecia de ese año) que, a través de la historia de una familia de granjeros de Jutlandia y del amor de uno de los hijos por una joven de un grupo religioso rival, y con unas interpretaciones sublimes (nótense, por ejemplo, los cambios en el rostro de la niña), analiza de manera reveladora la contradictoria naturaleza espiritual del ser humano en el marco de las ricas y evocadoras composiciones de Dreyer, de una belleza visual más pictórica que cinematográfica.