Ha sido un verano fantástico, lleno de experiencias y sensaciones. He estado en La Provenza (Sur de Francia) y ha sido realmente maravilloso.
¡Hay tanto por ver en este lugar!
Siguiendo las huellas de artistas como Van Gogh, Cezánne o Gauguin, llegas a una zona de Francia que es famosa por su gastronomía, la naturaleza y donde el tiempo parece haberse detenido entre los pueblos medievales y el olor a lavanda.
Yo me instalé en Arlés, ya que quería conocer a fondo el pueblo donde Van Gogh encontró la luz que plasmaba en sus cuadros. Y creédme que lo comprendí cuando vi como el sol bañaba los campos y las aguas del Ródano.
Arlés es un pueblo que se puede recorrer en un par de días, aunque si quieres conocer los museos y lugares más culturales necesitas al menos tres.
Pasear por la noche por Arlés es una auténtica maravilla. Disfruté de los restaurantes a pie de calle, que se llenan de gente para deleitarse de una buena cena. Su maravilloso anfiteatro romano (Patrimonio de la Humanidad) es ahora una plaza de toros donde hacen espectáculos taurinos, y pasear por la zona, es una delicia.
Café de Van Gogh
Puente sobre el Ródano
Junto a Arlés, se encuentra el Parque de la Camargue. Un espacio natural único, en la desembocadura del río Rodano. Flamencos, plantaciones de arroz infinitas y caballos con raza autóctona, te dan la bienvenida a un lugar mágico lleno de paisajes y buenas gentes.
Sin embargo, el pueblo que más me gustó fue Aix en Provence. Lo llaman la pequeña París y, no me extraña. Es como si hubieran trasladado una parte de París a la Provenza. Sus calles de tiendas son interminables y en cada rincón puedes encontrar una sorpresa: músicos en la calle, espectáculos, etc. Además fue el hogar de Cézanne y se puede visitar su museo.
Todo en Provenza huele a Lavanda. Cada rincón y cada tienda, tienen ese olor maravilloso y relajante.
Pero La Provenza también se caracteriza por sus paisajes, sus pueblos medievales y su gastronomía. Sus quesos, vinos y productos de la tierra, la hacen un región única en Francia.
Puedes encontrar mercados por doquier en los que se vende de todo: desde antigüedades hasta los alimentos más variados y naturales.