Moctezuma II, emperador azteca que subió al trono a principios del siglo XVI, cuando el imperio había alcanzado su máximo esplendor y extensión territorial. Sin embargo, el dominio de los aztecas sobre otros pueblos, a los que no quisieron o no tuvieron tiempo de integrar, creó numerosos focos de descontento. Estos fueron aprovechados por los españoles para llegar hasta Tenochtitlán (México), donde el emperador Moctezuma II, cuya intensa religiosidad le hizo ver en la llegada de Hernán Cortés el cumplimiento de la leyenda del retorno del dios Quetzalcóalt, se convirtió en prisionero y colaborador de los conquistadores.
Sucesos importantes en la vida de Moctezuma
1466 Nace en Tenochtitlán.
1503 Es elegido tlatoani o emperador de los aztecas.
1513 Los ejércitos aztecas llegan hasta el territorio de las actuales Honduras y Nicaragua.
1519 Hernán Cortés entra en Tenochtitlán.
1520 Muerte de Moctezuma II.
Moctezuma Xocoyotzin, o Moctezuma ‘el respetable hijo último’, nació en 1466, tres años antes de que su padre, Axayácatl, fuera elegido sexto emperador o tlatoani azteca. Su educación no se diferenció en nada de la que correspondía a cualquiera de los hijos de la pipiltin o nobleza azteca, con los que compartió el calmecac. En esta escuela para muchachos de la aristocracia se imponía una rígida disciplina, se castigaba duramente y las materias de estudio eran amplias y variadas, desde artes bélicas hasta historia, filosofía y tradiciones, además de proporcionar una intensa instrucción religiosa y una severa formación moral.
El «señor de la casa de las flechas»
En 1481 murió Axayácatl, cuyo reinado se caracterizó por la conquista de la ciudad de Tlatelolco, gemela de Tenochtitlán, y por la expansión del imperio; su hermano Tízoc fue el elegido para sucederle. Durante el breve reinado de este emperador, el joven Moctezuma, pasada ya la adolescencia, participó en sus primeras campañas militares y pronto se distinguió tanto por su valor como por su preparación y su sentido táctico y estratégico. Estas virtudes le hicieron acreedor a una alta dignidad militar, la de «señor de la casa de las flechas».
Tízoc fue depuesto y condenado a muerte en 1486 por el propio consejo elector, que nombró tlatoani a Ahuítzotl, hermano de los dos anteriores emperadores. Ahuítzotl intensificó las campañas militares de conquista y sentó las bases de la organización imperial; sin embargo, su política estuvo encaminada a obtener botines de guerra y tributos de los vencidos, no a integrar a los pueblos de México en una estructura común. A ello debe añadirse el incremento de las llamadas «guerras floridas», efectuadas con el único propósito de hacer prisioneros para sacrificarlos a los dioses. En la primera de sus campañas, que le llevó hasta el istmo de Tehuantepec, capturó a unos 20.000 prisioneros que fueron inmolados al inaugurarse el templo de Huitzilopochtli, el más importante de los dioses aztecas, un dios al que había que alimentar con sangre humana para evitar el fin del mundo y la caída del universo en el caos.
Montezuma es elegido emperador de los Aztecas
Además de buen soldado, Moctezuma era un hombre de profunda religiosidad, lo que le llevó al sacerdocio. A la muerte de Ahuítzotl, en 1502, el consejo elector decidió que él era quien mejor podía desempeñar el cargo de tlatoani como sumo sacerdote y «señor de la casa de las flechas», hombre de probadas virtudes guerreras y religiosas, amante del orden, con gran sentido de la justicia y profunda sabiduría. Cuando la decisión estuvo tomada, los encargados de comunicarla al nuevo emperador lo encontraron barriendo humildemente el templo de Huitzilopochtli, una actividad no habitual en él y muy conveniente para la ocasión, máxime cuando sabía que su elección estaba de hecho asegurada.
Moctezuma inauguró su reinado sustituyendo a todos los funcionarios del gobierno, que fueron reemplazados por jóvenes de familias nobles. Era la primera muestra de ruptura con el pasado y de una nueva manera de concebir el imperio, la dignidad del tlatoani y su forma de ejercer el poder. Con la sustitución de los cargos públicos no sólo se rodeaba de funcionarios que debían el cargo a su persona, con lo que pretendía asegurarse su fidelidad, sino que confiaba la administración del imperio a una casta determinada, la de los nobles, que por su propio interés y por su formación podía dar mayor homogeneidad a la labor de gobierno. Por otra parte, y de forma paulatina aunque rápida, rodeó a la figura del emperador —es decir, a sí mismo— de un estricto ceremonial destinado a enaltecer la soberanía del tlatoani y a reforzar su papel de máximo dirigente de la confederación formada por Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan.
Operaciones militares de expansión del imperio de Moctezuma
En la línea de consolidar el imperio y de asegurar la hegemonía de los aztecas en México, no descuidó las operaciones militares. La primera de sus expediciones conquistó Atlixco; a continuación mandó a su ejército contra los tlaxcaltecas, los cuales opusieron gran resistencia. El emperador envió refuerzos de la confederación al mando de su hijo Tlacahuepantzin, que fue derrotado y muerto. Este grave revés minó el prestigio militar de Moctezuma, quien se vio obligado a detener todo tipo de operaciones bélicas durante los años 1504 y 1505 debido al hambre que azotó México. Cuando reemprendió las campañas, sus objetivos eran varios: recuperar el prestigio perdido, incrementar las rentas de Tenochtitlán con los tributos de nuevos territorios, debilitar a sus aliados de la confederación y vertebrar la organización política y administrativa de su imperio.
En 1508 las tropas aztecas llegaron hasta América Central, pero tuvieron que retirarse tras fracasar en Amatlán. La expedición se repitió en 1513 y consiguió dominar e imponer tributos a los pueblos de las actuales Honduras y Nicaragua, donde se estableció el límite máximo alcanzado por el imperio, que nunca logró conquistar a los tlaxcaltecas.
Moctezuma dividió sus territorios en provincias y estableció el pago de tributos de acuerdo con la producción de cada una de ellas. Creó una gigantesca estructura política, militar, religiosa y administrativa en la que se incluían gobernadores, recaudadores de impuestos, tribunales de justicia, guarniciones militares y correos. No obstante, esta organización no consiguió homogeneizar el imperio, que consistía en el puro y simple dominio azteca sobre los demás pueblos mexicanos, los cuales se sentían sojuzgados no sólo por la necesidad de pagar tributos a sus conquistadores, sino porque parte de estos tributos eran en vidas humanas, destinadas a saciar la sed de sangre de los dioses.
El retorno de Quetzalcóatl
De acuerdo con la mitología azteca, el dios Quetzalcóatl o serpiente de plumas, enemigo de los sacrificios humanos, se había alejado de los dioses y de los hombres y había anunciado su retorno glorioso en el cíclico año 1 Caña del calendario azteca, que coincidía con el año 1519. En ese momento Moctezuma, con su profunda religiosidad, se sentía abrumado por múltiples y siniestros presagios: había muerto y resucitado una de sus hermanas, aparecieron cometas en el cielo, un rayo destruyó el templo de Huitzilopochtli, el lago de
Tenochtitlán creció… Moctezuma se preparaba para huir de la capital, pero fue descubierto por sus nobles y tuvo que permanecer en su puesto, cada vez más ensimismado y dedicado a interpretar los augurios. Pronto llegó a palacio un correo procedente de la costa del Precioso Jade, o costa del golfo de México, para informar al tlatoani de que habían aparecido en el mar casas flotantes que transportaban a hombres blancos cubiertos de hierro, los cuales dominaban a voluntad el rayo y el trueno y montaban unos aterradores animales semejantes a los ciervos. Los presagios se cumplían: era el año 1 Caña y Quetzalcóatl, o sus emisarios, regresaba a México por el oeste, como estaba anunciado. Era preciso ganar tiempo para conocer sus intenciones y en cualquier caso había que estar preparados para recibirlo.
Hernán Cortez convierte en prisionero a Moctezuma
El mundo de los aztecas, sin tiempo para organizarse y presa de sus contradicciones, abría las puertas a los seres blancos que iban a convertirse en sus conquistadores, a los hombres de Hernán Cortés. Los españoles aprovecharon el resentimiento de los pueblos sojuzgados por los aztecas y Moctezuma quedó paralizado por sus dudas religiosas, sin tomar en cuenta la opinión de quienes veían en los seres blancos a simples mortales que podían ser combatidos como cualquier otro invasor. La conjunción de ambos factores permitió a Cortés entrar en Tenochtitlán, en 1519, cuya riqueza lo cautivó, mientras que el aura del español anonadaba a Moctezuma, que le colmó de regalos y ofrendas para apaciguarlo y tratar de que se retirase. Cortés, con habilidad y decisión, logró apoderarse del emperador y convertirlo en su prisionero junto con sus familiares más próximos. La situación era cada vez más insostenible, porque entre los aztecas se alzaban voces de rebeldía y en caso de enfrentamiento las fuerzas españolas, pese a su mejor armamento y al apoyo de sus aliados tlaxcaltecas, serían totalmente insuficientes.
Muerte de Moctezuma
En el mes de mayo llegó la fiesta del toxcatl y los aztecas se congregaron por millares para celebrarla. Cortés se había ausentado de Tenochtitlán y la fuerza española estaba al mando de Pedro de Alvarado, quien ante el temor de que la multitud protagonizara una rebelión decidió dar un escarmiento. A la provocación y la matanza respondieron los aztecas con sus armas y lograron sitiar a los españoles. Cortés, que entretanto había regresado a Tenochtitlán, tomó el mando de la situación y liberó a Cuitláhuac, hermano de Moctezuma, para que convocara a los caudillos y restableciera la paz. Sin embargo, con la liberación de Cuitláhuac, Cortés dio a los aztecas un nuevo jefe, que relató a sus hombres las penalidades del cautiverio de la familia del tlatoani y la actitud del propio Moctezuma. El consejo decidió elegir a Cuitláhuac como emperador provisional, y éste se preparó para la guerra.
Cortés, perdida su primera baza, obligó a Moctezuma a hablar a su pueblo para que depusiera las armas. El tlatoani apenas tuvo tiempo de pronunciar unas pocas palabras, porque una lluvia de piedras cayó sobre él. Pocos días después, el 30 de junio de 1520, moría a consecuencia de las heridas recibidas, según las crónicas españolas, o apuñalado por sus carceleros, según las crónicas aztecas.