El negro, acompañado en ocasiones de rosas palos, vino oscuro y discretos azules, se impone mientras suenan los acordes de Viva Sevilla, viva Triana. Diseños con volúmenes en todas sus versiones, asimetrías vaporosas, toreras y volantes, faldas de líneas evasé o cinturas que recuerdan a los años 50, pantalones piratas y cortes deconstruidos a medio camino entre el vestido y el blazier.
Los diseñadores juegan con las texturas, como el gorgette, el terciopelo, la gasa o el tafetán. También hay espacio para las tiras de encaje bordado, los flecos azabache y los recuerdos al mantón de Manila en blanco y negro, con toques de fantasía y luz. Un look años 20 acompañaba a las modelos, con ondas en el pelo y pequeños tocados y flores prendidas a los tacones de unos zapatos en rosa sutil.
El hombre se vuelve no sólo sobrio, también elegante, con sastrería impecable y entallada, en la que destacan los terciopelos, lanas, brocados, fieltros, satenes y charoles, que ofrecen un look de fiesta en negro, con guiños burdeos y marrones.
Fuente: Ruth Martín para Vogue.es
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