Una nueva presentación de vinos de Chile se realizó esta semana en Montreal y hacia allí me encaminé para degustar algunos viejos conocidos y descubrir nuevas e interesantes etiquetas. Si bien el espacio era por demás reducido y desbordaba de gente, intenté abstraerme para llevar adelante mi cometido. Lo logré finalmente (y particularmente) con algunos vinos. Aquí les dejo mi selección, sabiendo que si alguna vez tienen estos vinos en sus copas, podrán entregarse con gusto a ellos, caldos de gran personalidad que hacen honor a su particular tipicidad. Con un agregado, esta vez quise ir un poco más allá de lo que ya conocemos, el Carmenere, el Cabernet Sauvignon o el Sauvignon Blanc para que vean que hay otras muy buenas propuestas que representan la esencia de la viticultura andina.
Al fin pude dar con un vino chileno realmente original y distinto. Recomiendo fervorosamente descubrir los productos orgánicos de esta bodega chilena de altísima calidad ubicada en el valle de Casablanca. Me ha encantado este blend blanco compuesto mayoritariamente de Chardonnay (67%), con Viognier, Roussanne y Marsanne. Una combinación atípica y perfectamente lograda que da como resultado un vino frutado, intenso, elegante y estructurado. En nariz es atractivo, en boca es envolvente. Un Vino Blanco con mayúsculas y único. Los $ 22,70 que cuesta, los vale con creces.
¡Un bi-varietal excepcional! Hecho en un 60% de Syrah y 40% de Cabernet Sauvignon, este es un clásico blend chileno que gana cada vez más adeptos entre los que me incluyo. Una nariz intensa de frutos negros, chocolate y caramelo que promete y cumple, ya que en boca es un vino carnoso y envolvente. Es un vino que se disfruta mucho mejor en maridaje con carnes rojas y/o de caza y en compañía. De esos que se “mastican”. Cuesta $ 27,45, y bien los vale.