Además de su bajo contenido calórico, la mostaza contiene isotiocianatos, una sustancia que dilata los vasos sanguíneos y aumenta los niveles de efedrina, hormona responsable (entre otras cosas) de la combustión de grasas y/o aumentar el metabolismo en los tejidos (en especial los grasos).
Este efecto “quema grasa” puede ser beneficioso para los que quieran adelgazar. Como ejemplo y para que lo entendáis: si añadís diez gramos de mostaza a cualquier comida, unas horas más tarde, el consumo de grasa puede aumentar un diez por ciento. (Estas cantidades son estimadas y para que entendáis más menos las proporciones).
La mostaza es una planta herbácea de flores amarillo vivo, de las que nace una cápsula contiene 4 y 8 granos de mostaza, los cuales, macerados en un líquidos y reducidos a pasta dan lugar al condimento que todos conocemos.
Se puede comprar en grano, en polvo, en aceite o preparada. Es aconsejable comprarla y/o prepararla a medida que se va empleando ya que pierde propiedades con el paso del tiempo.
Las variedades más populares de mostaza que podemos encontrar en el mercado son:
- de Dijon, fuerte y de color amarillo pálido.
- de Meaux, también conocida como “mostaza a la antigua”.
- Mostaza alemana, agridulce, oscura y azucarada.
- Mostaza inglesa, mostaza amarilla muy fuerte.
- Mostaza americana, de color amarillo chillón y consistencia líquida.
Otro capítulo a parte son las mostazas o sucedáneos de las mismas, elaboradas con productos de origen químico. Abusar de este tipo de productos puede ser perjudicial para la salud. Mirad bien el etiquetaje de la mostaza que vayáis a comprar !!
Una vinagreta muy sencilla de preparar consiste en mezclar uniformemente una cucharada de mostaza de Dijon (una de mis favoritas), un poco de sal natural (evitad la sal refinada), unas gotas de vinagre de sidra y ocho cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Esta combinación es perfecta para las ensaladas de invierno.
Besos desde mi blog!!!
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