Todavía están las mesas de estudio de nuestros hijos tal y como las dejaron el último día de curso, ¡y no tenemos alma de que se pongan a ordenar, seleccionar y guardar! Que si la piscina, los días de campamento, la barbacoa... El caso es que todo el follón de apuntes, cuadernos, libros y, por supuesto, los porta lápices a rebosar, continúan intactos... Están a la espera, eso deben pensar nuestros vástagos, de que les salgan patas y ellos mismos se organicen. Por cierto, ¿os habéis fijado alguna vez en el submundo que cohabita dentro de un lapicero? Restos enanos de goma de borrar, virutas de madera, clips varios, lápices diminutos imposibles de afilar, capuchones de bolis, grapas sueltas, algún céntimo que otro, botones por doquier... ¡También pensarán que van a vaciarse solos! Nada que ver con los impolutos y originales cacharros que, para el mismo fin, os mostramos hoy, y en los que seguro no encontraremos un mundo paralelo.... Foto Foto Foto Foto Foto Foto Nos ha encantado la idea de las tacitas de peltre para nuestros bolis y lápices del taller, pero de momento nuestro cisne nos va dando el avío muy decorativamente... Y vosotr@s, ¿dónde colocáis los vuestros?