► Todo empezó con Tolkien
Y es que este mundo de elfos y hobbits fue creado con tal precisión que todavía hoy son muchos los autores que se dedican a analizar la obra de Tolkien para intentar elaborar algo igual de grandioso, tarea que hasta la fecha ningún autor ha conseguido realizar de manera individual. Por lo tanto, en este estudi veremos cómo han ido surgiendo diversas iniciativas para tratar de desarrollar escenarios ficticios completos y detallados entre varios escritores.
► Dragones y Mazmorras
Con la idea de reforzar la ambientación y la inmersión de estos juegos de rol, las editoriales responsables de su publicación comenzaron a editar novelas basadas en los mundos que habían creado para las partidas, ayudándose para ello de una amplia plantilla de autores. De este modo, mientras un autor situaba la historia de su novela en un lugar concreto del mundo ficticio, otro podía centrarse en crear novelas con personajes y sucesos relevantes que dieran vida e identidad propia al trasfondo común.
► Las franquicias
Por lo tanto, el denominador común de este tipo de novelas es la existencia de un escenario con determinadas características y cuya explotación literaria viene determinada por una variedad de autores contratados por la editorial a tal fin. Es por ello que a este tipo de novelas se le suele denominar comúnmente como “franquicias”, debido a que cada mundo es una marca en la que escriben varios autores, algunos con más éxito que otros, contribuyendo de esta forma a expandir aún más si cabe el universo ficticio en cuestión. La plantilla de escritores de cada editorial va renovándose cada cierto tiempo, para asegurar de esta forma que el mundo avance y se renueve constantemente. Aunque, eso sí, los autores más exitosos suelen permanecer en sus puestos el tiempo que haga falta, por ejemplo; el escritor R. A. Salvatore, cuyas novelas sobre El Elfo Oscuro son todo un éxito desde hace ya unas décadas, ha firmado un acuerdo este año con Wizards of the Coast para escribir seis novelas más sobre el famoso elfo.
► La situación en nuestro país
En España, aunque no contamos con el extenso catálogo de novelas-franquicia que existe en el mercado anglosajón, sí que hemos podido disfrutar en buena medida de estos universos compartidos gracias a la labor de la editorial Timun Mas, que lleva publicando novelas de Wizards of the Coast desde los años ochenta. Sin embargo, la línea editorial de Timun Mas ha venido marcada por dos de los mayores éxitos que ha tenido este género literario en nuestro país: las Crónicas de la Dragonlance, de Margaret Weis y Tracy Hickman, y la Trilogía del Elfo Oscuro, R. A. Salvatore.
Por su parte, Salvatore fue el artífice de que el sello Reinos Olvidados alcanzara la misma popularidad que las novelas de Dragonlance, gracias a su carismático personaje Drizzt Do’Urden, un elfo oscuro que ha protagonizado ya más de una veintena de libros. Sin embargo, la creación del escenario de los Reinos Olvidados corresponde al canadiense Ed Greenwood, que también ha logrado hacerse notar con sus novelas sobre otro de los personajes clave de los Reinos, el famoso mago Elminster.
Estos son los ejemplos más populares, pero ambas franquicias cuentan con cientos de novelas que amplían el escenario, la historia y la mitología de los respectivos mundos, evolucionando su propia línea temporal de forma que el lector note que ese universo está vivo. Pero curiosamente, esta característica es, a la vez, el mayor problema de este tipo de libros, pues al haber tantas novelas, el lector que quiera adentrarse en una determinada franquicia puede llegar a hacerse un lío con el orden cronológico de los libros. Por ejemplo, si escogemos una novela de Dragonlance al azar entre las más de cien que hay publicadas en español, ¿cómo va a saber el lector profano si la historia de dicho libro se sitúa antes o después de la Guerra de la Lanza?
► En la actualidad
A menor escala, habría que mencionar al canadiense Steven Eriksson, creador de la titánica saga de Malaz: El libro de los Caídos. Dicha serie fue co-creada por el autor Ian C. Esslemont, el cual publica una serie paralela situada en el mismo universo, pero en términos de calidad y popularidad es Eriksson el que se ha llevado la gloria.
Ciertamente, los mundos compartidos y las novelas-franquicia son un género con mucho potencial que aún no ha sido explotado como es debido, al menos en nuestro país. En términos de ambientación y detalle, siempre es de agradecer que varias cabezas pensantes unan esfuerzos para ofrecer lecturas originales que amplíen la ya de por sí gratificante experiencia de leer un buen libro.
¿Acaso no sería apetecible que el universo de Harry Potter pasara a ser un mundo compartido por otros autores, ahora que J. K. Rowling ha finalizado su trabajo?