Museo de Arte Moderno (MAM) – E. A. Reidy

Por Croquizar Fernando Garcia @croquizar

Textos:De la redacción de Croquizar. Decir mucho, en pocas líneasEn base a fuentes libres citadas en el artículo

Si la correspondencia entre la obra de arquitectura y el ambiente físico que la envuelve es siempre una cuestión importante, en el caso del edificio del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (MAM), esa condición adquiere todavía más relieve, dada la situación privilegiada del solar en el que esta siendo construido, en pleno corazón de la ciudad, en medio de una extensa área que en un futuro próximo será un hermoso parque público abierto sobre el mar rodeado por el paisaje más bello del mundo.

Una preocupación constante de Reidy ha sido evitar que el edificio fuese un elemento perturbador del paisaje y que entrase en conflicto con la naturaleza. La solución adoptada, en la que predomina la horizontal contrapuesta al sinuoso perfil de las montañas y el empleo de una estructura extremadamente espaciosa y transparente, permitirá mantener la continuidad de los jardines hasta el mar a través del propio edificio dejando libre una gran parte de su planta baja.

En lugar de limitar a las obras de arte entre cuatro paredes, aislándolas del mundo exterior, se adopta una forma abierta donde la naturaleza circundante forme parte del espectáculo ofrecido a los visitantes del Museo. En los últimos cuarenta años se ha modificado mucho el concepto de museo. Éste ha dejado de ser un organismo pasivo para asumir una importante función educativa y un alto significado social, haciendo accesible al público el conocimiento y la comprensión de las más destacadas manifestaciones de la creación artística universal.

Pero no sólo se ha transformado el antiguo concepto de museo: también lo ha hecho la propia noción de espacio arquitectónico. El desarrollo de las nuevas técnicas de construcción ha dado lugar a una estructura independiente y, en consecuencia, a la “planta libre”. Es decir, que la función estructural es ejercida exclusivamente por los pilares: las paredes, liberadas de su antigua responsabilidad estructural, pasan a ser, con una libertad inimaginable hasta ahora, simples elementos de delimitación, planos ligeros de diversos materiales, libremente dispuestos, que ofrecen amplias posibilidades para la ordenación del espacio.

Surge así un nuevo concepto de espacio arquitectónico, el “espacio fluyente” que sustituye a la antigua noción de “espacio confinado” dentro de los límites de una caja. La acción eminentemente dinámica del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (MAM), abarcando todas las manifestaciones actuales de las artes visuales, requiere una arquitectura que proporcione la máxima flexibilidad en el uso de los espacios, permitiendo la presencia de grandes áreas o la formación de pequeñas salas en las que las obras puedan ser contempladas en un ambiente íntimo.

El ámbito de exposición del MAM se proyectó con ese objetivo: ocupa un área de 130 metros de largo por 26 metros de ancho, libre de pilares, con una altura libre que va de los 3,60 metros, pasando por los 6,40 metros hasta llegar a los 8 metros, ofreciendo una total libertad para el montaje de las exposiciones. La iluminación natural otorga vida y movimiento a los espacios procurando a las obras expuestas una gran variedad de sensaciones debidas a la luz. Si es cenital, la luz tiene un carácter difuso y uniforme; no hay sombras ni relieve y el ambiente se vuelve neutro, inexpresivo.

Si la luz es lateral, da direccionalidad al espacio y relieve a los objetos y además proporciona a los visitantes el contacto visual con el exterior. Sin embargo, un sistema rígido y exclusivo limitaría la libertad de mostrar en condiciones óptimas obras que sólo pueden ser valoradas con la iluminación cenital o incluso artificial. Por ello, la sala tiene iluminación lateral en los sectores de altura simple e iluminación cenital, a través de lucernarios en los sectores de doble altura. El hecho que la luz natural presente ventajas sobre la luz artificial no disminuye la importancia que esta última posee para el museo de hoy. La iluminación artificial es indispensable, no sólo durante la noche sino también para exhibir objetos que pueden ser perjudicados por la luz solar, como dibujos, tejidos, etc. La cualidad de la luz a emplear es otro punto importante.

Para el MAM se ha proyectado un sistema muy flexible: el techo de la sala de exposición se recubre con placas translúcidas de un plástico de vinilo, las cuales difunden la luz emitida por tubos fluorescentes, proporcionando una iluminación ambiental suave.

La superficie luminosa así constituida se interrumpe cada dos metros por cortes transversales en los que se fijan reflectores de luz incandescente equipados con lentes apropiadas que se dirigen exactamente a los puntos en los que se requiere la iluminación sin producir reflejos o deslumbramientos.

La segunda planta del cuerpo central del edificio se destina a exposiciones, así como una parte del tercer piso en el que además se sitúa un auditorio de 200 plazas equipado para proyecciones cinematográficas, filmoteca, biblioteca, servicios de administración y dirección del museo y depósito para guardar las telas no expuestas.

Programa: Museo de Arte Moderno Ubicación: Rio de Janeiro – Brasil Autores: Alfonso Eduardo Reidy Fecha: 1955

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